En la vivienda número 64 de la calle Llucmajor de Palma. En pleno barrio de El Molinar, estalló todo. Esta casa fue asaltada el pasado día 16 por un grupo de ciudadanos auto organizados en defensa de su seguridad y cansados de aguantar robos, violencia y amenazas.
Y es que un grupo de jóvenes, algunos de ellos menores de edad llegados en patera desde Argelia, se han convertido en un verdadero problema social que padecen los vecinos de los barrios palmesanos del Coll den Rabassa, Ciudad Jardín, La Gruta y del Molinar. También de Cala Gamba, es Carnatge e, incluso, de Can Pastilla.
Son jóvenes sin oficio ni beneficio que deambulan todo el día por las calles. De aquí para allá cometiendo delitos. Robos a ancianos, entran en cases escalando por las terrazas, sustraen objetos de valor en los comercios y forman parte de bandas más potentes que roban electrodomésticos de todo tipo y patinetes eléctricos.
Y en esta casa, okupada en ese momento y ahora con la puerta y las ventanas tapiadas, se refugiaban después de sus fechorias un grupo de estos jóvenes delincuentes. Y los vecinos, hartos de ellos, se auto constituyeron en fuerzas de seguridad, asaltaron la vivienda, se llevaron parte de los objetos robados y desalojaron a los okupas.
Una acción que, sin embargo, ha tenido una rápida y contundente respuesta de la Policía Naciona. Tras ser identificados a través del propio vídeo que compartieron los asaltantes en las redes sociales, han sido detenidos ocho de los ciudadanos del Molinar que se tomaron la justicia por su mano.
Una actuación de la policía que, aún siendo legal, no entienden los vecinos.
Y esta es solo una parte del grave problema de convivencia que en estos momentos está envenenando la vida diaria de esta zona de Palma, antes apreciada por su situación junto al mar y ahora en la cima de los precios de las viviendas más caras de Mallorca.
Cumpliendo órdenes, la Policía Nacional y la Local no pueden detener a los menores presuntamente delincuentes si no los atrapan con las manos en la masa o son evidentes las pruebas contra ellos. Pero, además, al ser menores de edad, pronto quedan de nuevo en la calle, sin responsabilidad penal y pudiendo volver a cometer sus fechorías. Y más si son menes llegados desde Argelia.
Los vecinos, ya los han escuchado ustedes, quieren salir a la calle sin peligro, sin miedo a las agresiones y a los robos, sin temer que les entren en sus casas y, por tanto, reclaman la protección de las fuerzas del orden.
Sin embargo, los delincuentes (aunque sean menores de edad) siguen haciendo de las suyas en El Molinar, Ciudad Jardín, el Coll den Rabassa y los barrios de la fachada marítima del Llevant de Palma. Una impunidad que pone en peligro la convivencia y que, además, es una bomba de relojería que amenaza con explotar en el futuro y de forma grave, muy grave.
Aquí no se vive tranquilo. Aquí, en plena zona privilegiada de Palma, envidiada por muchos, la actuación impune de algunos jovenes delincuentes, algunos de ellos menas llegados desde Argelia, están a punto de convertirse en un polvorín.
¿Hasta cuando la Policía estará atada de manos por las leyes? ¿Hasta cuando nuestras autoridades del Ajuntament de Palma y de la Delegación del Gobierno mirarán para otro lado? ¿Y hasta cuando, como ya han hecho en el número 64 de la calle Llucmajor, los vecinos dejarán de aguantarán antes de explotar y tomarse la justicia por su mano?
