Para ello, el alcalde Jaime Martínez está negociando su compraventa con la empresa Endesa. Contará con la colaboración del Govern balear, que facilitará diez millones de euros de los Fondos Europeos para cerrar el trato.
¿Cómo reconvertir un gran edificio acristalado y abandonado que marca la primera línea frente al mar en un icono de la Palma del siglo 21 y, además, con el mínimo coste posible para las arcas públicas municipales? Este es el reto que afronta el alcalde de Palma, Jaime Martínez, con el apoyo de su teniente de alcalde de Cultura, Javier Bonet.
Y este edificio es, evidentemente, el de Gesa, que fue abandonado hace ya 15 años y que es intocable al ser un Bien de Interés Cultural. Una iniciativa que impulso el Consell de Mallorca que presidía Maria Antònia Munar y que contó, además, con el apoyo del Partido Socialista y de los econacionalistas frente a la oposición del Partido Popular de Jaume Matas, presidente entonces del Govern, y de la que era alcaldesa de Ciutat, Catalina Cirer. Una protección política que se ha convertido en un muro contra el que se han estrellado todas las propuestas anteriores para reaprovechar la gran mole del arquitecto José Ferragut.
Sin embargo, parece que Martínez ha encontrado, por fin, la clave para deshacer este nudo gordiano: convertir el edificio en el Centro de Cultura y Arte Contemporáneo de Palma. Para ello se apoyará en los fondos europeos para la recuperación de los destinos turísticos maduros.
De hecho, el primer paso ya está dado: la Conselleria de Turismo, Cultura y Deportes del Govern balear ha incluido el edificio de Gesa en la convocatoria que repartirá 60 coma cinco millones de euros Next Generation de la Unión Europea del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia post Covid.
De estos 60 coma cinco millones, 10 serán para que el Ajuntament de Palma compre el edificio a Gesa. Sin embargo, el precio total calculado de la operación es de 25 millones de euros. Por tanto, ¿de dónde saldrán los otros 15 millones? El alcalde Jaime Martínez, con el apoyo de la presidenta Marga Prohens, intenta que el actual propietario del inmueble, la energética Endesa, se avenga a un intercambio no económico, que consistiría en un trueque de terrenos y compensaciones por deudas anteriores.
Pero todo proyecto tiene que superar sus propias dificultades.
En el caso de Gesa, la primera es que la Unión Europea establece un límite muy claro para la inversión de los 10 millones: el próximo día 31 de diciembre. Si en esa fecha no se ha concretado la operación, se perderá la subvención, lo cual está forzando las conversaciones.
El segundo escollo es convertir un edificio con unas características arquitectónicas muy determinadas, construido para acoger oficinas, en un envoltorio lo suficientemente útil y eficaz para albergar un centro artístico que se compararía, guardando las distancias, con el Museo de Arte Contemporáneo de León, la Fundación Botín de Santander o, incluso, el Guggenheim de Bilbao.
Si los sueños de Jaime Martínez se cumplen, en una fecha futura no determinada, el edificio de Gesa se convertirá en un faro de luz brillante frente al mar que albergará grandes obras de arte para la contemplación de miles de residentes y, quizás más importante, un imán para atraer turistas que quieren algo más que el sol y playa. Todo a imagen y semejanza de Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y Málaga.