Tras las promesas anteriores, que se mostraron inútiles frente a las urnas, Pedro Sánchez busca ahora reactivar estímulos para movilizar al electorado que le abandonó el 28M y, por eso, platea las generales como un enfrentamiento social entre su propuesta personal (PSOE más lo que sea el Sumar de su pupila Yolanda Díaz) y las derechas trumpistas, de Bolsonaro, de Hungría, Polonia y antisistema.
Una proclama, la de Sánchez, de la que Núñez Feijóo intenta escabullirse, y más ahora que su partido debe afrontar la constitución de decenas de gobiernos municipales y autonómicos.
Una precuela del 23 de julio que marca el capítulo final de la serie del 28M.
Y es que el Estatut d’Autonomia de les Illes Balears y el Reglament del Parlament balear son muy claros: una vez constituida la cámara tras las elecciones, su presidente -o presidenta- convocará a los portavoces de los grupos parlamentarios y, una vez escuchados sobre sus afinidades y posibles pactos, propondrá un candidato para ser investido como presidente del Govern.
Transcurridos unos días, se convocará una sesión plenaria, el candidato propondrá su programa de gestión y será votado. Para ser elegido como jefe del ejecutivo balear en una primera votación, debe obtener la mayoría de la cámara. Es decir, 30 de los 59 votos posibles.
De no alcanzar este objetivo, se convocará una nueva votación en las siguientes 48 horas. En esta segunda cita, el candidato -o candidata- simplemente tiene que conseguir más síes que noes de los miembros de la cámara.
El Partido Popular obtuvo el 28M 25 escaños en Mallorca, Ibiza y Formentera, a los que se puede sumar la lealtad del electo S’Unió de Formentera, candidatura de la que forma parte, asimismo, los populares.
Con 26 votos de su lado, delante tendrá seguros los 25 que suman el Partido Socialista, MÉS per Mallorca, Més per Menorca y la menoquina y solitaria diputada de Unidas Podemos.
En medio de unos -los 26 del Partido Popular- y otros -los 25 de las izquierdas- se quedarán los 8 diputados de VOX, que tendrán tres opciones en esta segunda votación: apoyar a Marga Prohens, aunque no entrarán en el Govern; abstenerse, con lo que, también concederán la presidencia del Govern balear al Partido Popular; o votar en contra y encaminar a las Islas Baleares a unas nuevas elecciones.
Y esta disyuntiva es en la que Marga Prohens va a colocar -entre la espada y la pared- a Jorge Campos: o me dejas gobernar Baleares con tu abstención o, si no me apoyas, nos obligarás a ir de nuevo a elecciones autonómicas.
Una disyuntiva en la que, por cierto, no está el número uno de la lista de VOX en el Ajuntament de Palma, Fulgencio Coll.
Literal: “Nosotros no pondremos en riesgo que se produzca el cambio”. Un cambio que es el eslogan de campaña del Partido Popular, un cambio que se personifica, en el Govern, en Marga Prohens, y un cambio que requiere la participación, por activa o por pasiva de VOX.
Un Partido Popular y un VOX que juegan ahora sus bazas en medio de una nueva precampaña electoral… lo que dificulta, aún más si cabe, el conseguir el mínimo común múltiplo de esta ecuación.