Así, tras analizar los datos de la década comprendida entre 2007 y 2017, y teniendo en cuenta la población flotante que absorbe el archipiélago durante la temporada alta, los resultados del estudio presentado este miércoles en la UIB son contundentes.
Un ahorro que los economistas cifran, en el mejor de los casos, en el 4 por ciento, lo que debería alejar el argumento energético del debate sobre la conveniencia o no del cambio de hora.
Un cambio horario siempre en entredicho. De hecho, solo la pandemia, ha retrasado una directiva europea que ya tendría que haber obligado a los países miembros a decantarse de manera definitiva por uno de los dos usos horarios.
Un cambio horario que tenía su sentido en la Europa industrial de principios de siglo, pero que carece de argumentos apoyados en el ahorro energético en una sociedad, sobre todo la balear, cada vez más enfocada al sector servicios.