La economía balear se mimetiza, así, con la moderación de la actividad que también han puesto de manifiesto otras economías de referencia durante el tercer trimestre. Así, la economía española ha reducido a casi la mitad el ritmo de ascenso (3,8% vs 6,8%, 2º trim.), en un contexto en el que la desaceleración de la senda de crecimiento se ha dejado sentir también sobre las principales economías europeas, como Alemania (1,3% vs 1,7%, 2º trim.), Francia (1,0% vs 4,2%, 2º trim.) o Italia (2,6% vs 5%, 2º trim.).
Territorialmente, la tendencia a la desaceleración ha sido especialmente acusada en Eivissa y Formentera (13,2% vs 21,2%, 2º trim.), una tónica que no ha impedido que la economía pitusa haya continuado liderando, por quinto trimestre consecutivo, el crecimiento regional por delante de Menorca (11,0% vs 14,2%, 2º trim.) y Mallorca (10,5% vs 13,1%, 2º trim.). Con todo, a pesar de este mejor comportamiento, la economía pitiusa sigue siendo la más alejada de los niveles de actividad prepandemia (-7,7%), claramente por encima de Mallorca (-7,1%) y, principalmente, de Menorca (-5,7%).
Desde la óptica de la oferta, la economía balear ha moderado durante el tercer trimestre la senda de crecimiento debido principalmente a los riesgos que emanan de un contexto internacional altamente tensionado en muchos mercados. De hecho, durante el tercer trimestre, el sector servicios ha registrado un avance real del 11,8% (vs 15,5%, 2º trim.) y ha aprovechado la primera temporada de verano sin restricciones para impulsar la facturación por encima de los niveles pre-COVID. Sin embargo, el escenario de elevada inflación y de progresivo aumento de los costes financieros ha impedido que este buen comportamiento haya tenido una traducción equivalente en términos de rentabilidad.
No ha sido el caso de la industria, que ha conseguido dar continuidad a la ‘etapa de normalización’ a pesar de que la tasa de crecimiento real se ha moderado hasta el 6,5% (vs 7,8%, 2º trim.), claramente afectada por el estrangulamiento de las cadenas globales de suministros y el encarecimiento de los precios energéticos. Al mismo tiempo, la construcción ha anotado en el tercer trimestre un incremento del 5,4% (vs 5,6%, 2º trim.) y ha confirmado haber culminado con éxito la ‘etapa de normalización’ de los niveles pre-COVID.
En sintonía con la moderación de la actividad, el empleo ha recortado también el ritmo de creación de nuevos puestos de trabajo durante el tercer trimestre (9,8% vs 19,4%, 2º trim.), si bien ha seguido mostrando un mayor dinamismo que en el ámbito nacional (3,5% vs 5,0%, 2º trim.). De hecho, el número total de trabajadores afiliados a la Seguridad Social ha alcanzado un nuevo máximo histórico a finales del mes de julio ─cifrado en 608.132 trabajadores─ y se ha mantenido, por cuarto trimestre consecutivo, por encima de los niveles previos a la pandemia (+2,8%). Como consecuencia de ello, el desempleo ha rebajado su incidencia hasta el 5,6% de la población activa (vs 6,3%, 2º trim.), un porcentaje que no solo se ha mantenido nuevamente por debajo de la media nacional (12,6% vs 12,7%, 2º trim.) sino que se ha erigido en la tasa de paro más reducida de los últimos 16 años.
El favorable balance laboral no ha sido suficiente para sostener la senda de crecimiento del consumo privado, pues este ha anotado un incremento real del 9,8%, claramente alejado del ritmo de avance del trimestre anterior (13,0%). Desde esta perspectiva, el gasto de las familias ha sufrido el envite de una espiral inflacionista sin precedentes —disparada hasta el 10,7% durante el mes de agosto— que, no solo ha erosionado su poder adquisitivo, sino que ha acabado incidiendo también en su propensión marginal al consumo. Una circunstancia a la que no ha sido ajena el consumo de los no residentes, que se ha vuelto a situar por debajo de los niveles prepandemia (-3,0%) a pesar de la progresiva recuperación de los flujos internacionales de visitantes.
En este contexto, la inversión ha avanzado entre los meses de julio y septiembre a un ritmo real del 7,3% y se ha postulado como el único componente de la demanda que ha ampliado la aportación positiva respecto del trimestre anterior (6,9%).
Una vez cerrado el tercer trimestre y confirmados los primeros indicios de la entrada en una fase de menor crecimiento, la cuestión clave reside en determinar la magnitud de la corrección que experimentarán el crecimiento y el empleo durante los próximos meses como consecuencia del ‘proceso de ajuste’ que las políticas de control de la inflación llevan implícito. Los precios han continuado al alza durante los meses de octubre y noviembre no solo en Balears (7,3% y 6,3%, respectivamente), sino también a escala nacional (7,3% y 6,8%, respectivamente) y europea (11,5% y 11,1%, respectivamente).
Sin duda, las tensiones que el encarecimiento de los precios finales ha provocado desde principios de año y el incremento de la factura de capital de familias y empresas —consecuencia del proceso de subidas en los tipos de interés oficiales por parte de las principales autoridades monetarias—, provocarán, inevitablemente un deterioro en la economía en los próximos trimestres. Así, lo recoge el Fondo Monetario Internacional en su último informe de octubre, tras recortar, nuevamente, sus previsiones de crecimiento para el conjunto de la economía mundial (2,7%; -0,2pp, julio) y, de forma principalmente acusada, para las economías más avanzadas (1,1%; -0,4pp, julio), incluida España (1,2%; -0,8pp, julio).