Conta’m, vella olivera,
Mentre sec alenant sobre la roca,
Noves del temps d’enrera
Que escrites veig en ta surenca soca.
Asi empieza el poema S’olivera Mallorquina de Josep Lluís Pons i Gallarza, una oda a uno de los árboles más simbólicos del paisaje mallorquín. S’Olivera de Cort es el símbolo vivo de todo lo que representa este poema, un árbol de cerca de 600 años que llegó a la plaza de Cort en 1989 procedente de la finca de Pedruixella Petit, en Pollença, después de una donación de Jaume Batle al Ajuntament de Palma.
Además, está catalogado como árbol singular por el servicio de protección de especies de la Conselleria de Medio Ambiente y Territorio.
Tal ha sido su éxito, que ha logrado convertirse en un símbolo de la ciudad. Ahora su vida corre peligro, debido a la gran afluencia de turistas que quieren posar junto a este árbol emblemático. Es por ello que el Ayuntamiento de Palma ha instalado una barrera a su alrededor, para protegerla de las agresiones externas.
Una barrera concebida para no restar importancia a s’olivera y que ha contado con un estudio previo para geolocalizar sus raíces y chequear el estado general de este árbol emblemático. Para ello se ha construido una barrera con perfiles bajos, de acero que con el tiempo se oscurecerá y que ha sido instalado sobre la plataforma de granito y las paredes del parterre, para no dañar las raíces.
Como dato curioso, la disposición de los barrotes no es regular, sino que su separación encripta los últimos versos del poema de Pons y Gallarza.
Ahora todos los que deseen admirar la belleza de este árbol centenario podrán recordar, leyendo entre los barrotes los versos finales de un poema que es el canto del alma al símbolo de una ciudad.