¿Habría actuado la Policía Nacional en la sucursal bancaria okupada de la avenida San Fernando de Palma sin las denuncias de los vecinos en el periódico Última Hora y en Fibwi Televisión? ¿De qué les sirvieron las llamadas reiteras de alarma a las fuerzas del orden? ¿Les ha servido de algo estar a solo una decena de metros del cuartel de la Policía Local de Palma?
Tras nueve meses de aguantar todo tipo de desmanes, suciedad, violencia, amenazas y despropósitos, ¿por qué los vecinos han padecido que nadie atendiera sus peticiones de ayuda? ¿Tienen más derechos los okupas, aunque sean delincuentes en busca y captura, que los ciudadanos?
Esta es la realidad que han sufrido sin tregua ni descanso los habitantes de los pisos situados encima de la abandonada oficina bancaria situada en la esquina de la avenida San Fernando con la calle Ramiro de Maeztu de Palma, a una sola manzana de las oficinas centrales de la Policía Local de Ciutat.
Y es que la actuación in situ hace menos de 24 horas de la Policía Nacional ha destapado que las fuerzas del orden eran absolutamente conscientes de lo que pasaba en el interior de la oficina bancaria okupada, quién vivía allí dentro y qué es lo que hacían.
¿Por qué cuando los vecinos, de forma reiterada, llamaban desesperados a la Policía Local, a menos de cien metros, nadie acudía? ¿Qué órdenes tienen los agentes de la Local ante estas denuncias nocturnas? ¿Por qué la impunidad de los okupas es más potente que los derechos cívicos de los vecinos?
Frente a todas estas preguntas que se hacen los vecinos que están padeciendo los desmanes y también el resto de los palmesanos, la última novedad es que la Policía Nacional ha dado un ligero paso adelante.
Tras cotejar sus denuncias con la Policía Local y pedir amparo a los juzgados, agentes de paisano de la Nacional entraron en la sucursal okupada en busca de una mujer llamada La Chuqui, con amplios antecedentes policiales y sospechosa de participar en delitos contra la salud pública traficando con droga y en hurtos y robos, incluso con violencia contra las víctimas. Finalmente, los agentes se llevaron detenido a otro okupa.
El espectáculo que se encontraron los agentes, no por esperado, fue menos impactante. Basura, suciedad, restos de comida en estado de putrefacción, colchones en toda la sala, montones de objetos de dudosa procedencia y claros signos de que allí pernoctan una decena de personas cada noche.
De hecho, según la investigación en curso, el lugar era un punto de encuentro de delincuentes que intercambiaban información, trapicheaban y preparaban nuevas acciones delictivas.
Según datos ahora en trámites, incluso se cobraba a los okupas un peaje económico para poder participar de los planes delictivos y pasar allí la noche.
También hay indicios de que algunas menores de edad huidas de su casa de acogida y tutela del IMAS han estado pasando allí varios días, fuera del alcance de sus tutores y de las fuerzas del orden que las estaban buscando.
Ahora las policías han demostrado, al fin, que son plenamente consciente de que los okupas de la Avenida San Fernando son una pesadilla para los vecinos. Sin embargo, persiste el temor de que esta situación se perpetúe mientras las llamadas de noche en petición de auxilio no sean atendidas y el local pueda ser, de nuevo, okupado. Y es que los vecinos lamentan que el barrio se haya convertido en una zona insegura a causa de la presencia de estos okupas.