Frente común de los sindicatos y del Gobierno de España en su reivindicación de aumentos salariales a los empresarios ante el aumento del coste de la vida.
Con el 10,7 por ciento de inflación en Baleares este pasado mes de agosto, la capacidad de compra de los asalariados es cada vez más débil. Unos costes que también repercuten, precisamente, en los empresarios y ponen en peligro la supervivencia de miles de pequeñas y medianas empresas.
Sube la gasolina para ir a trabajar y de paseo… y también la que consumen los camiones de reparto y la maquinaria de las obras.
Cada vez es más cara la cesta de la compra para las familias… como también los alimentos que compran los bares y restaurantes, que se ven obligados a subir sus tarifas o eliminar productos de los menús.
Los alquileres de las viviendas no paran de crecer… en paralelo, sino más aún, los que repercuten en locales, talleres y almacenes.
La electricidad que gastamos en casa sigue en máximos históricos… la misma energía que se utiliza para iluminar, acondicionar el aire, arrancar los ordenadores y poner en marcha las máquinas en fábricas, obras y comercios.
Los costes empresariales suben y suben al mismo ritmo que las dificultades que afrontan las familias, pero la solución no pasa -para algunos- en repartirse las cargas y asumir solidariamente las soluciones, sino en cargar todas las culpas siempre a los mismos, aunque no la tengan.
Llega el otoño, que será caliente. Los sindicatos reclamarán aumentos salariales para que los trabajadores compensen la pérdida de su poder adquisitivo. Y los empresarios alegarán, en la negociación, que los mismos costes disparados que padecen las familias también golpean a sus empresas.
Una negociación que será dura y que tendrá en un lado de la mesa y queriendo inclinar la balanza a toda una vicepresidenta del Gobierno de España.
