Por novena semana consecutiva, caen los precios de la gasolina. Con el descuento de los 20 céntimos del Gobierno, algunas estaciones de servicio ya la venden un poco por encima del euro y medio el litro. Sin embargo, el gasóleo no frena su escalada. De hecho, está repuntando y cada día es más caro otra vez, incluso más que las propias gasolinas.
La invasión de Ucrania dinamitó el mercado del petróleo en todo el mundo y ha provocado una subida sin precedentes de los precios de la gasolina y el gasóleo en Europa. España no ha sido una excepción y hemos pagado los combustibles por encima de los 2 euros el litro.
Ahora, aunque se han relajado unos céntimos estos precios, siguen muy por encima de lo que desembolsábamos antes del 24 de febrero, fecha del primer bombardeo sobre Kíev.
Sin embargo, la gasolina y el gasóleo no han padecido los mismos aumentos descontrolados. Así como la súper y la normal están ahora un 13 por ciento más caras que antes de los combates, el gasoil ha aumentado su precio en un 23 por ciento. Diez puntos de diferencia entre un combustible y otro.
¿Por qué esta diferencia? ¿Cuál es el motivo por el cual el popular gasóleo -mayoritario en el transporte público y los camiones- se ha encarecido en mayor proporción que la más refinada gasolina?
Dos motivos responden a estas incógnitas. Primero, el gasóleo se benefició durante años de unas tarifas fiscales especiales para beneficiar a los transportistas. Al popularizarse los motores diésel en los turismos, el Gobierno ha ido dejando de protegerle.
El segundo motivo viene desde Bruselas. Con el objetivo prebélico de contribuir a frenar el efecto invernadero, el gasóleo paga unos peajes comunitarios específicos por sus emisiones contaminantes.
Sin embargo, la evolución de los precios de los combustibles no ha seguido la misma senda en España que en el resto de los países de nuestro entorno.
La media europea indica que la gasolina y el gasóleo están a punto de regresar a los mismos precios de antes de la guerra. En Italia, Alemania y Francia incluso ya están por debajo. Todo lo contrario que en España, que seguimos un 13 por ciento por encima de lo que pagábamos antes de la invasión.
Y es que, en estos momentos, a los españoles nos cuesta más por el gasóleo que a nuestros vecinos. En Italia y Francia está a 1’7 euros el litro, y en Alemania unos céntimos más barato que en España, que roza según la jornada los 2 euros. Y eso que aquí el precio está subvencionado con 20 céntimos.
Paradójicamente, los turistas que nos visitan con sus propios coches o alquilan un vehículo para recorrer las islas también se benefician de un descuento -el de los 20 céntimos por litro- que realmente pagamos todos los españoles a través de nuestros impuestos. Es decir, nosotros -los españoles- les subvencionamos sus vacaciones a los turistas en nuestro propio país.
Más allá del aumento descontrolado de los precios, sin embargo, la realidad es que los verdaderamente beneficiados de todo este descontrol que pagamos los ciudadanos de a pie son las grandes multinacionales del petróleo. En Europa, especialmente, la angloholandesa Shell, la francesa Total, la británica British Petroleum, la italiana ENI y la española Repsol.
Mientras los gasolineros ven recortados cada día sus márgenes comerciales y por cada litro que venden se quedan solo con unos pocos céntimos, estas cinco grandes corporaciones -según los datos aportados por las bolsas- han conseguido un beneficio agregado del 80 por ciento desde el estallido de la primera bomba de Putin sobre Ucrania. Sólo en el último semestre, han sumado cerca de 60.000 millones de euros de ganancias a costa de vender las gasolinas cada vez más caras a unos ciudadanos que cada vez la pagamos a precios más elevados.
Putin es culpable, sí. Pero no de todo el aumento del precio de las gasolinas.
Por cierto que, una vez más, han vuelto a subir los precios de la electricidad y el gas. Unos incrementos que se suman a los mencionados anteriormente, por ello, nos hemos desplazado hasta una gasolinera para preguntar por esta subida de precios y si cambiarían su coche por uno eléctrico.