Además de constatar un aumento entre los intentos de suicidio, desde el IB-Salut también han experimentado un incremento del 17 % en la demanda para consultas en las unidades de salud mental, mientras que los trastornos de conducta alimentaria se han situado un 20% por encima de los valores de años previos.
Datos y estadísticas que demuestran la relación directa entre la pandemia y la pérdida de salud mental entre la población, pero que no esconden una realidad con raíces mucho más profundas.
Tristes y dolorosos, los recientes suicidios de dos jóvenes que han protagonizado la más reciente crónica de sucesos, no suponen un aumento, por ahora, en el número de suicidios en nuestra comunidad, donde la media semanal se sitúa en tres fallecidos por esta causa desde hace ya más de una década.
Una realidad que ocupa y preocupa a los especialistas, para quienes hablar abiertamente de nuestros problemas de salud mental es el primer paso para hacer frente a esta pandemia silenciosa.