Los paparazzi, freelance y los cámaras de las televisiones de los principales medios de comunicación tenían, cada verano, una cita ineludible con Mallorca.
Los principes herederos del Reino Unido, Carlos y la mediática Lady Di…
Los reyes de Bélgica…
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su esposa Hilary…
La esposa de Barak Obama, Michele, con su hija…
Los emperadores del Japón…
Líderes mundiales, como el último presidente soviético Mijail Gorbachov…
… y presidentes y primeros ministros de toda Europa, premios Nobel y decenas de personalidades de la jet set mundial convirtieron el palacio de Marivent en portada de las principales revistas del corazón y de actualidad… y, también, en un gran reclamo turístico.
Sin embargo, con el desmembramiento de la Familia Real española con sus sucesivos divorcios y la ruptura matrimonial de facto entre los reyes Juan Carlos y Sofía, además de todos los conflictos abiertos por el Rey Emérito con Hacienda, sumados a su agitada vida sentimental de amantes rechazadas y despechadas, Marivent está, ahora, prácticamente deshabitada.
Solamente la Reina Sofía, con la única compañía de su fiel hermana Irene y algunos amigos íntimos, frecuenta durante el verano y la Semana Santa el gran palacio que mandó construir el mecenas griego Juan de Saridakis sobre los acantilados de Cala Major. Un palacio que debía ser el gran museo de la cultura, la historia y las tradiciones de Mallorca y que, por imposición de la Diputación Provincial predemocrática, a requerimiento del ordeno y mando del entorno del general Franco, se convirtió en residencia de verano de, primero, los Príncipes de España y, ahora, del Jefe del Estado.
La anecdótica presencia de los monarcas Felipe y Letizia destapa cada año la polémica social sobre si el Govern de les Illes Balears debe destinar, de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, cerca de un millón y cuarto de euros para mantener todo el recinto en perfecto estado de revista… por si en algún momento las casualidades giran 180 grados y la Reina decide pasar junto al mar balear algo más de la escasa semana que nos visita cada año.
De hecho, a la euforia inicial de la apertura de parte de los jardines de Marivent a las visitas públicas en los momentos en que ningún miembro de la Casa Real española ocupa el palacio, se ha pasado a una total indiferencia por estas instalaciones, que solo frecuentan algún turista despistado.
Los paparazzis prácticamente han desaparecido, los Reyes vienen poco más de siete días, sólo Sofía prefiere la soledad de Marivent a la soledad de La Zarzuela, el Rey Emérito ha cambiado el Real Club Náutico de Palma por el gallego de Sansenxo y, mientras, los baleares –más allá de sus posibles filias o fobias por la monarquía– seguimos pagando con nuestros impuestos la limpieza, el mantenimiento y la jardinería del caserón de Cala Major.
Una polémica recurrente que se repite año tras año. Y ahora, en 2022, tras la pandemia, también llena portadas de los periódicos y revistas en la época de las vacas flacas informativas estivales.