Y es que el denominado Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales, conocido como ‘tasa Google’, entró en vigor en enero de 2021 y, desde entonces, se aplica a todas las compañías que facturan más de 750 millones de euros en todo el mundo y cuyos ingresos en España superan los 3 millones de euros. Está enfocada a grandes empresas de tecnología -como son Google y Apple, entre otras- que actúan en España, pero con residencia fiscal en algún lugar del extranjero.
Durante el primer año de su aplicación, la Agencia Tributaria ha controlado operaciones de 216 plataformas digitales cuyas operaciones han supuesto un valor de 8.000 millones de euros.
Este objetivo, recaudar los impuestos que hasta ahora escamoteaban las grandes empresas tecnológicas, tiene -sin embargo- su contrapartida: con la geolocalización se controla el lugar en el que están los clientes a la hora de realizar sus transacciones, para comprobar que se realizan desde España, lo que significa estar siempre bajo la lupa de Hacienda.
De hecho, el apartado 4 del artículo 7 del real decreto que crea la ‘tasa Google’ ya señala que se controlarán los IP de los teléfonos móviles a efectos fiscales. Y se podrá hacer a través de la geolocalización basada en la identificación de redes, es decir, WiFi o Ethernet. Incluso también se recoge la geolocalización física por satélite, como el GPS que incluye el móvil.
Otra manera de conocer la ubicación es mediante la información proporcionada por sistemas de comunicaciones inalámbricas, como las GSM —Sistema Global de Comunicaciones Móviles—, o las balizas, como el WiFi o Bluetooth.
La realidad, pues, es que hoy en día el teléfono móvil es una magnífica herramienta para comunicarnos y estar conectados, pero también para estar absolutamente controlados.
Y es que incluso el Instituto Nacional de Estadística utiliza la geolocalización de los smartphones para contabilizar el número de turistas que en cada momento hay en Baleares. Como todo el mundo sabe, ningún turista se deja el teléfono en casa cuando se va de vacaciones y, entre playa y playa, siempre hay un momento para hacerse un selfie y compartirlo en las redes.
