La Unión Europea ya se prepara para el frío invierno y el previsible corte del suministro del gas desde Rusia. Por eso ha presentado a los estados miembros un plan para reducir la demanda de este combustible.
La de más calado político es la paralización de todas las reglas que limitaban las emisiones de efecto invernadero. Con ello, las centrales que funcionan con carbón, gas, fueloil y las nucleares volverán a tener el campo abierto para actuar. Hasta ahora, y por sus emisiones contaminantes, estaban en proceso de clausura paulatina.
De hecho, las centrales de Es Murterar y Maó se encuentran ya prácticamente paralizadas o en proceso de reconversión.
Ahora se activa una nueva etapa que, de empeorar la situación y extremarse los precios de los combustibles, daría paso a la hipotética reactivación de las centrales mallorquina, que quema carbón, y la menorquina, que utiliza fueloil.
Otra de las medidas que la Unión Europea propone poner en marcha es la limitación de las temperaturas en edificios públicos -incluidas escuelas y hospitales-, todas las oficinas -tanto privadas como de las instituciones- y comercios, ya sean pequeños o grandes centros comerciales.
Por lo que se refiere a los hogares, la limitación de las temperaturas, por ahora, será solamente una recomendación.
Todas estas medidas deberán ser asumidas y adaptadas por cada uno de los Estados miembros, por lo que será el Gobierno de España el que, finalmente, decidirá si se reactivan las centrales de Es Murterar y de Maó o se mantienen, como ahora, aletargadas.