La reactivación de la actividad turística ha supuesto la vuelta de una realidad contra la que todos los agentes implicados combaten en nuestra comunidad: el turismo de excesos.
Menorca destaca precisamente por la ausencia de esta problemática y su éxito no es más que el fruto de un trabajo elaborado durante décadas, donde se ha forjado una imagen de la isla como destino familiar donde no tienen cabida ciertos comportamientos.
Así lo reconoce José Guillermo Díaz Montañéz, CEO de Artiem Hotels, al señalar que "ese posicionamiento ha servido como de barrera de entrada a ese turismo que en otras partes de España está funcionando".
Una tarea que depende de la colaboración y el empeño de todas las partes implicadas, incluyendo también la Administración, encargada de velar por la seguridad de la Isla como destino turístico.
Un modelo que se trata de implantar en determinados puntos, ya identificados en la isla de Mallorca, como pueden ser el caso de Playa de Palma o Magaluf, donde algunos hoteleros aprovecharon el parón provocado por la pandemia para impulsar un nuevo concepto de negocio capaz de disuadir la llegada de estos turistas.
Es el caso de Universal Beach Hotels, cuyo CEO, Yannik Erhart apunta que "en la temporada 2020-2021 hicimos una reforma integral de nuestro hotel en Magaluf. Hemos creado un concepto muy novedoso, con la música siempre presente, apostando mucho también por la gastronomía. Hemos casi duplicado los precios. Con esto ya se filtran los tipos de clientes en el hotel. Sigue siendo un turismo de ocio, pero un ocio bueno".
Un cambio de modelo que protagoniza desde hace años el debate público de nuestra comunidad, y cuya implantación correcta dependerá de la capacidad de trabajo conjunto de todos los agentes implicados.