Según el último censo de población, Baleares suma casi 1 millón 200.000 habitantes. Su principal industria, el turismo, cuenta con 600.000 plazas vacaciones, una por cada dos habitantes. Con ello, en los momentos punta de la temporada alta, en el archipiélago se pueden llegar a juntar 1 millón 800.000 habitantes, con dos residentes habituales por cada turista.
De estas 600.000 camas turísticas, 400.000 son hoteleras y otras 200.000 de alquiler vacacional.
La nueva Ley Turística, que ha impulsado el Govern balear de la mano del conseller Iago Negueruela y que será previsiblemente aprobada este martes en el Parlament, pretende reducir estas 600.000 camas turísticas en poco más de 30.000. Eso sí, en un proceso voluntario de sus propietarios privados.
En este ámbito, por ejemplo, se incentivará que las pensiones y los hoteles obsoletos o de 1 o 2 estrellas cierren para convertirse en fincas de pisos, residencias de la tercera edad o, incluso, oficinas. Sin embargo, las plazas turísticas que quedarían disponibles con la clausura de estos establecimientos podrían no desaparecer sino reconducirse a hoteles de 4 y 5 estrellas.
La Ley Turística balear, además, obligará a cambiar todas las camas por elevables para facilitar el trabajo de las kelys. Asimismo, se incentivará con fondos europeos la reconversión de las calderas de los hoteles, para que abandonen los combustibles fósiles y sean menos contaminantes.
La nueva norma también obligará a los establecimientos turísticos a utilizar productos agroalimentarios de kilómetro cero para apoyar desde el sector servicios a la agricultura, la ganadería y la pesca baleares.