Tras una nueva semana cargada de declaraciones por parte del alcalde de Palma, José Hila, solicitando algo más de tiempo para que se pueda valorar en su justa medida el trabajo policial, los vecinos de este barrio palmesano se preparan para un fin de semana donde conciliar el sueño se convertirá de nuevo en su única obsesión.
Tras declarar por primera vez a Santa Catalina como zona turística, Cort diseñó el pasado viernes un despliegue policial especial para atajar las conductas incívicas de algunos clientes y restauradores. Una actuación que se saldó con 67 actas de denuncia durante todo el fin de semana.
El Ayuntamiento de Palma, a través de su regidora de Seguridad Ciudadana, Joana Maria Adrover, se ha comprometido a aumentar la vigilancia y los servicios de limpieza del barrio, sin llegar a especificar en qué número, para tratar de recuperar el equilibrio entre la actividad económica presente en la zona y el descanso de los propios vecinos.
Un equilibrio que parece romperse al caer la noche del fin de semana y que amenaza con hacer añicos la sana convivencia necesaria entre todos los agentes implicados.