El informe, destaca que, desde 2020, hay ayuntamientos que han mejorado su información sobre la calidad del agua; pero también que hay otros que tienen una escasa o nula transparencia en relación a la publicación de datos.
Según el estudio, esta falta de información actualizada crea falta de confianza social en la calidad del agua y dificulta la promoción del suministro público como apto y seguro para el consumo.
El informe pone como ejemplo a Lloret de Vistalegre, que sí publica datos, porque es un municipio que presenta variabilidad en la calidad del agua a causa de los niveles de nitratos presentes en sus recursos hídricos subterráneos. Hay municipios en los que, efectivamente, el agua no es apta para el consumo, ya que contiene una gran cantidad de nitratos procedentes de la agricultura convencional. Otro de los motivos es el excesivo consumo a causa de la presión humana y la alta concentración de cloruros que se filtran en los acuíferos desde la costa.
El estudio señala que, con estos datos, existe la percepción popular de que el agua de Baleares es dura y tiene mal gusto. Sin embargo, en la mayoría de municipios, el agua es apta para el consumo.
A partir de la percepción de que los recursos son de mala calidad, el consumo de agua embotellada en Baleares duplica la media estatal. El agua embotellada encabeza el ranking de productos más consumidos en Baleares.