El impulso digital que se ha querido potenciar a raíz de la pandemia se ha quedado a medio camino. De hecho, son muchos los que regresan a la casilla de salida, haciendo cola ante la sede del organismo público pertinente ante la incapacidad del sistema para solucionar un trámite a distancia.
"Llevo un par de semanas. Ni por teléfono, ni por internet..., nada. Te dicen que no hay citas disponibles para este mes. Pero te metes en el mes siguiente y es lo mismo. Todos los meses lo mismo", se queja una de vecina frente a la sede de la Seguridad Social en Palma. "No me cogen el teléfono, nunca me lo cogen", lamenta otra de las integrantes de la fila, asegurando que "tienes una vida, tienes que trabajar y te queda muy poco tiempo durante el día para gestionar estas cosas. Al final pierdes muchísimo tiempo".
A esta sensación de pérdida de tiempo, se le suma, en muchos casos, el nerviosismo que se acrecienta ante la proximidad de la fecha límite de entrega de solicitudes tan importantes como aquellas de las que puedan depender la pensión, el ingreso mínimo vital o una baja laboral.
Una dosis más de incertidumbre que vuelve a poner a prueba el sistema nervioso de una población, en muchos casos, agotada psicológicamente.