Más allá de polémicas políticas y sociales, de negacionismos radicales o defensas a ultranza de la bondad de la medicina oficial, la realidad incuestionable es que los datos confirman que son las vacunas, en su pauta completa, las que están frenando la embestida de la sexta ola en los hospitales.
Una persona de entre 60 a 79 años vacunada tiene 16 veces menos probabilidad de ser hospitalizada si da positivo en Ómicron, 29 veces menos de ir a una UCI y 20 veces menos de fallecer, defiende la ministra española de Sanidad, Carolina Darias, con las estadísticas en la mano.
Pero también se constata una pérdida de la protección de las vacunas contra la enfermedad leve y la infección al cabo de un tiempo, con lo que la defensa a ultranza de la inmunidad de rebaño pierde fuelle, que no la necesidad de vacunarse.
La conclusión del doctor Cristóbal Belda, director del Instituto de Salud Carlos III (institución científica española de referencia en el ámbito de las enfermedades infecciosas) es que las vacunas, a día de hoy, pierden fuerza con el paso del tiempo y las nuevas cepas. Lo que hace necesario, por ahora y hasta el momento de descubrir la vacuna definitiva, estar revacunándose continuamente para mantener activo el escudo protector.
¿Es lo mismo dosis de refuerzo y dosis de recuerdo?
No. Por eso el concepto ‘inmunidad de rebaño’ ha evolucionado desde la idea primigenia de alcanzar la protección universal ante la covid de forma mayoritaria con la primera pauta completa a la realidad de ahora, que significa ir vacunándose a medida que la enfermedad evoluciona para estar relativamente protegidos ante las nuevas cepas.
Por tanto, dosis adicional de refuerzo es la que deben inocularse las personas con enfermedades graves e inmunodeprimidas (que necesitan más potencia protectora ante la covid) y dosis adicional de recuerdo es la que deben recibir los ya vacunados para protegerse ante las nuevas cepas.
¿Si no me pongo la dosis adicional pierdo protección?
Sí, en especial ahora que la variante dominante es Ómicron. Todos los estudios científicos concluyen que la efectividad de la vacuna decae a medida que transcurre el tiempo desde la última dosis y mejora tras una dosis adicional.
El Ministerio de Sanidad español, en su informe del pasado 18 de diciembre señala que, con datos del Reino Unido, “la efectividad de dos dosis de la vacuna contra la cepa Ómicron es de entre el 0 y el 19 por ciento, mientras que con la dosis adicional inyectada sube a entre el 54 y el 77 por ciento”. Y todo ello con la especial contagiosidad de la cepa Ómicron frente a la Delta: 5,4 veces más alta.
Con todos estos datos, la ‘inmunidad de rebaño’ reiteradamente publicitada en el inicio del proceso de vacunación masivo del año 2020 como el instrumento capital para conseguir el fin de la pandemia se ha convertido ahora, en 2022, en la barrera imprescindible para frenar la expansión de la variante Ómicron.
