El caso de los 25 jóvenes marroquíes que desembarcaron de forma violenta del avión de Air Arabia Maroc el pasado 5 de noviembre en Son Sant Joan -empujando a los tripulantes de cabina de la aeronave, invadiendo la pista poniendo en peligro la integridad de las personas y aviones que en ese momento estaban despegando o iban a aterrizar y no atendiendo las órdenes de alto de los agentes- ha evolucionado hacía la sospecha de la posible existencia de contactos previos y comunicaciones posteriores al desembarco entre los recién llegados y otras personas del mismo origen geográfico ya residentes en Mallorca.
Asimismo, también se extiende esta sospecha a los inmigrantes que llegan a las Illes Balears desde Argelia en patera y que, una vez en el archipiélago, desaparecen y nunca son localizados ni por la Policía Nacional ni por la Guardia Civil.
La señal de alarma ha sido activada tras la localización y detención de cuatro marroquíes escapados del avión patera escondidos en Sa Pobla y de otros tres en Sencelles. Según los expertos de la Policía y la Benemérita, es imposible estar tantos días camuflados y no haciéndose evidente su paradero sin la existencia de, al menos, un grupo de personas que les cedieran la vivienda en la que se escondieron y les aportaran comida, ropa y objetos de primera necesidad.
De hecho, las investigaciones policiales han acabado localizando a los huidos tras chequear los contactos en redes sociales de determinadas personas pertenecientes a las comunidades de inmigrantes musulmanes del norte de África que actualmente residen en los pueblos y determinadas barriadas de Palma en los que forman colectivos importantes.
Dos elementos objetivos refuerzan las sospechas de la existencia de esta red de apoyo. Por un lado, la detención -ahora sí- en Sencelles de otros dos marroquíes ya residentes previamente en Mallorca y que escondieron a los fugados de Son Sant Joan. Y, por otro, que los jóvenes del avión de Air Arabia Maroc hayan llegado a Sa Pobla y a Sencelles cuando ninguno de ellos había estado previamente en Mallorca.
Fuentes policiales lo tienen claro: “Es imposible acabar en un piso de Sa Pobla o en una caseta de Sencelles si no hay alguien que te conoce, contacta contigo o tu con él, te indica el modo de llegar hasta estos dos pueblos o, incluso, te lleva personalmente hasta ellos, te abre la puerta de la vivienda, te lleva la comida y te esconde durante tantos días”.
Las leyes penales españolas consideran como colaboradores necesarios o, incluso, cómplices, a aquellas personas que ayudan a otra a acometer un delito. En este caso, eludir la Justicia y permanecer en España sin permiso de ningún tipo, además de haber entrado en el país de forma violenta.
Las fuentes consultadas por FIBWI 4 resaltan, asimismo, que la trama para desviar el avión a España de su ruta entre Marruecos y Turquía se preparó previamente a través de un foro público de Facebook denominado Brooklin, en el que participan miles de jóvenes norteafricanos.
Al mismo tiempo, uno de los 25 huidos comunicó a través de esta misma red social y ya en Mallorca, tras bajarse del avión, que estaba huyendo de la Policía y a punto de perder la conexión por agotarse la batería de su teléfono móvil, lo que refuerza la teoría de los contactos permanentes entre todos los implicados a través de Internet.
La suma de estos elementos apoya la teoría de que los inmigrantes ilegales tienen estrechos contactos en Mallorca, los cuales -una vez llegan aquí- les sirven para eludir a las fuerzas de seguridad y esconderse durante un tiempo para, después, o instalarse definitivamente fuera de la ley o salir de la isla rumbo a otros destinos europeos.