El incremento en el precio del alquiler de algunas zonas, así como la subida desbocada de la factura energética, se pueden convertir ahora en la sentencia definitiva para algunos negocios que ya se encuentran con el agua al cuello.
De las calles de Palma, por ejemplo, han desaparecido un buen puñado de comercios, tanto familiares como de grandes multinacionales, ahogados en la orilla de un regreso a la normalidad que se ha producido demasiado tarde para ellos.
Otros han tenido más fortuna, pero son varios los que han tenido que mudar de ubicación, en muchas ocasiones, a la búsqueda de un local más pequeño que suponga una reducción en el precio del alquiler.
El incremento incesante en la factura energética se ha convertido, ahora, en el último escollo que muchos tendrán que sortear para evitar un naufragio y conseguir llegar así al buen puerto de esa ansiada normalidad.
Una normalidad de la que parecen disfrutar de nuevo los turistas que nos visitan. Unos turistas, eso sí, que ya no disfrutarán de aquellos negocios que la pandemia se ha llevado por delante.