Hace 12 años que ETA asesinó en Palmanova a los agentes de la Guardia Civil Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada. El 30 de julio del año 2009 resuena aún con dolor en los oídos y las almas de muchos ciudadanos de les Illes Balears.
Los dos guardias civiles perdieron la vida al arrancar su coche patrulla, aparcado a pocos metros de su acuartelamiento y en pleno casco urbano, y saltar al instante por los aires por los efectos devastadores de una bomba lapa.
Eran poco más de las dos del mediodía, el sol caía a plomo y las playas, las piscinas y las terrazas cercanas estaban llenas de turistas que disfrutaban de sus vacaciones en Mallorca.
La paz, sin embargo, se quebró en un segundo. Un terrible segundo en el que estalló el artefacto explosivo colocado por unas manos asesinas -aún hoy en día desconocidas- bajo la carrocería del todo terreno oficial. A día de hoy, no se ha explicado cómo alguien pudo situar de forma impune una potente bomba en plena calle y en los bajos de un vehículo de la Guardia Civil aparcado, además, a escasos metros de un acuartelamiento sin que nadie se percatara de ello.
Instantes después de la deflagración que acabó con las vidas de Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada, los artificieros localizaron un nuevo artefacto bajo otro coche de la Benemérita. También en Palmanova y a escasos metros del anterior. La matanza que querían perpetrar los asesinos pretendía ser mucho mayor.
Afortunadamente, en el momento del estallido nadie más que las víctimas estaba junto al coche explosionado. Dos fueron las víctimas y podrían haber sido muchas más.
Automáticamente Mallorca fue cerrada a cal y canto. Controles exhaustivos en carreteras, puertos y aeropuerto quisieron localizar y detener a los autores… pero el esfuerzo fue en vano.
Hoy, 12 años después y 10 desde el fin de las actividades de ETA, las muertes de los jóvenes agentes Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada permanecen impunes. Nunca han sido detenidos los autores materiales del atentado y nunca han sido señalados los que ordenaron su asesinato.
Fue el último atentado terrorista de ETA con víctimas mortales en territorio español. Vano consuelo.
In memoriam Diego y Carlos.