Acostumbrados al tú a tú, muchos de nuestros mayores se sienten impotentes cuando desde su propia entidad bancaria les obligan a realizar sus operaciones a través del cajero automático o, peor aún, a través de internet.
"No saben cómo funciona el cajero y cuando les hacen realizar una operación a través de internet desconocen las claves. De hecho, no saben si han pagado o han dejado de pagar. No les envían el recibo y, si se lo envían, se lo cobran", lamenta Pedro Berruezo, secretario general de la Unión de Jubilados y Pensionistas de UGT en Baleares.
Berruezo lamenta que "los mayores se siente cada vez más solos, impotentes. Tienen la sensación de que ya han perdido hasta sus propios ahorros. Muchos ya se plantean sacar el dinero del banco y guardarlo debajo del colchón como se hacía antiguamente".
La Administración tampoco ha tenido en cuenta a este sector de la población a la hora de eliminar la comunicación postal, esencial para muchos mayores que ahora, en muchas ocasiones, desconocen cómo y cuándo deben abonar las tasas y tributos públicos.
Así lo denuncia Miquel Ferretjans, portavoz de la Coordinadora Estatal en Defensa de las Pensiones en Baleares, quien lamenta que "cuando ha pasado el tiempo de abono virtual, entonces sí que nos vuelven a enviar la carta como hacían antiguamente, pero en esta ocasión llega con recargo. Creo que no es justo que la gente mayor sin acceso a este mundo virtual tenga que pagar esta penalización".
Para evitar situaciones como estas, Ferretjans exige "la creación de la figura del Defensor de la Gente Mayor".
Hasta ese momento, y en el mejor de los casos, la familia es el único asidero al que se pueden agarrar muchos mayores, los grandes abandonados de esta transformación digital.