Los Ertes, una figura legal introducida en España por el Gobierno con Mariano Rajoy al frente, han impedido que la crisis económica, empresarial y laboral provocada por la pandemia haya provocado millones de despidos y el cierre de miles de empresa.
En dos palabras, un Erte es el ‘escudo social’ (en palabras del propio Gobierno Sánchez) que mantiene a los trabajadores ligados a sus empresas aunque estas padezcan la parálisis incluso absoluta de su actividad.
Esta es la realidad que han padecido todos aquellos trabajadores y empresarios ligados al turismo, la restauración, el comercio y miles de sectores más con la Covid al tener prohibida la ciudadanía salir de casa y con las enormes restricciones sociales que han paralizado decenas de actividades: desde ir a comer a un restaurante, a un partido de fútbol, al gimnasio, de compras o de viaje, entre otras.
Según la ley laboral aprobada en tiempos de bonanza y ahora aplicada de forma generalizada, si una empresa se ve obligada a parar por razones absolutamente ajenas a su propia voluntad o gestión, no se produce la quiebra de la misma y, por tanto, los trabajadores no son despedidos. Es más: estos mismos trabajadores que no van a su puesto siguen cobrando parte sustancial de su salario. Eso sí, desde las arcas del Estado.
Esta es la realidad que se ha vivido hasta ahora y que ahora va a cambiar.
Los globos sondas ya sobrevuelan las mesas de negociación, los foros empresariales y sindicales y los corrillos sociales: el Gobierno de España considera que determinados sectores no están ya en crisis, que las restricciones de la pandemia que frenaban su actividad han sido levantadas y que los trabajadores ya pueden y deben trabajar con toda normalidad, lo que supone que deben incorporarse a sus puestos y cobrar de su empresa y no de los fondos públicos.
El comercio y la restauración están en el punto de mira del Gobierno de España. Es inminente el fin de los Ertes en estos dos sectores. Cuando esto ocurra, cada empresario deberá decidir, según cómo le vayan las cosas o pronostique su futuro, si mantiene a los asalariados bajo su paraguas o los expulsa de este ámbito de seguridad y los manda a la cola del paro.
Precisamente, la patronal balear Restauración CAEB ya ha advertido que sin los Ertes muchos de sus afiliados no podrán mantener a la totalidad de la plantilla que trabajaba con ellos antes de la crisis. Aunque la temporada turística ha sido relativamente buena, también es cierto que ha sido corta. Y sin turistas hay muchos bares, restaurantes y cafeterías que cerrarán sus puertas en las próximas semanas.
Con todo este panorama, la vigencia de los Ertes cuelga de un hilo. Y miles de trabajadores baleares ven que el ‘escudo social’ de Pedro Sánchez que les ha posibilitado un relativo salario mensual -aunque su empresa estaba cerrada o con graves dificultades- se desvanece.