Ustedes –los ciudadanos– son el nudo gordiano de la sociedad, su razón de ser y de existir. Ustedes –la sociedad civil, que se organizó a través de la política para administrarse y organizarse– han visto como, precisamente, la política y los políticos han ido extendiendo sus tentáculos como un pulpo tóxico que les ahoga, hasta cometer el parricidio de suplantarles como protagonistas centrales de la convivencia.
El asociacionismo cívico, del que emanaban los movimientos sociales y plurales de la sociedad civil, se ha convertido en una montón de agrupaciones momificadas que solamente son chiringuitos para cobrar subvenciones que otorgan, según filias y fobias, los propios políticos. El equilibrio de poderes, pues, ha girado completamente y ahora es la política la que domina a la sociedad civil.
Patronales, sindicatos, asociaciones de vecinos, de padres y madres, colegios profesionales, colectivos empresariales y un largo etcétera de grupos seudocívicos esperan mendigando con la mano extendida unas migajas para seguir medrando a las puertas de las instituciones controladas por los políticos. Y a cambio de esas migajas, claro, ofrecen una patética actitud completamente genuflexa. ¿Cómo puede una asociación patronal o sindical exigir nada de nada a aquellos políticos que le está manteniendo con vida a través del gota a gota de las subvenciones?
Pero a la política no le basta con mantener a las asociaciones de la sociedad civil en estado catatónico sino que, además, quiere directamente suplantarlas. Lo hemos visto de forma reciente en el nacimiento de la patronal Conpymes, auspiciada y amamantada directamente desde el Gobierno de España a través de su ministra de Unidas-Podemos, la señora Yolanda Díaz, y de la propia esposa del presidente Pedro Sánchez, la señora Begoña Gómez. Una asociación esta, la de Conpymes, que desde el minuto uno se ha posicionado como el caballo de Troya que quiere romper la unidad empresarial para hacerle la vida más fácil al gobierno de turno.
La sociedad civil se ve arrinconada por la sociedad política. Y, con ello, la ciudadanía pierde día a día parcelas de su independencia. Debemos regresar a los orígenes, a una sociedad política que debe ser únicamente el instrumento a través del cual la sociedad civil se auto organiza para mejor representarse. Y no por todo lo contrario, no por lo que está sucediendo ahora: por una sociedad política que ha suplantado a la ciudadanía en el centro de la vida social, una sociedad civil que se deja arrastrar en silencio y cabizbaja a su propio sacrificio como los corderos camino del matadero.
Tenemos que recuperar nuestra libertad. Y tenemos que hacerlo antes de que sea demasiado tarde. Les invitamos a acompañarnos.