El sistema constitucional español otorga a los partidos políticos la preeminencia y el protagonismo sustancial en el momento de organizar, configurar y ejecutar la gobernanza del país, colocándose ellos mismos por encima y apartando a los que siempre deben y tienen que ser los verdaderos depositarios de la soberanía nacional: los ciudadanos.
Las listas electorales cerradas y digitadas desde las cúpulas partidistas, el sometimiento real de los poderes legislativo y judicial al poder ejecutivo a través de una pandemia de leyes y normas que han colocado a todo el sistema de contrapesos constitucionales en la antesala de lo tiránico por antidemocrático, la sustracción del protagonismo legítimo de los ciudadanos frente a los cargos políticos institucionales y sus corifeos colocados a dedo, el paulatino alejamiento de los políticos –voluntariamente enclaustrados en sus torres de marfil– de la sociedad que les ha concedido sus poltronas y el incumplimiento, incluso, del artículo 6 de la Constitución española de 1978 (“Su estructura interna y funcionamiento [de los partidos] deberán ser democráticos”) han dejado arrinconadas en la cuneta del sistema las legítimas aspiraciones de aquellos que mantienen con sus impuestos y, también, con sus votos todo esta telaraña de privilegios: los ciudadanos.
Ante la degeneración del sistema político egocéntrico y egoísta –que se auto justifica en sí mismo y no en la solución de los problemas y la satisfacción de los requerimientos de los ciudadanos– surge la sociedad civil. Y lo hace, precisamente, para preservar y recuperar la democracia.
La realidad pandémica provocada por el advenimiento de la enfermedad vírica mortal de la Covid-19 –frente a determinadas actitudes de nuestros gobernantes que rozan lo dictatorial– ha espoleado a diversos y plurales grupos cívicos a que, desde la independencia y la autonomía económica, presenten a las instituciones en general, a los políticos en particular y a usted misma en concreto, señora Armengol, soluciones ejecutivas claramente destinadas a solucionar los problemas sociales, económicos, empresariales, sociales y sanitarios que sobrellevamos ante la evidente incapacidad de nuestras instituciones para afrontarlos y sobrepasarlos.
A todas estas iniciativas de la sociedad civil hemos venido en denominarlas aquí, en las Illes Balears, con el sustantivo común de plataformas: Plataforma Vacunas Salud y Economía, Gran Plataforma Empresarial para Salvar la Temporada Turística y la plataforma SOS Turismo, con sus ramificaciones SOS Restauración, SOS Cultura y SOS Formación. Todas ellas, presidenta, surgidas sin ningún apoyo político, sino todo lo contrario: desde una clara opción civil, cívica y apartidista. Y, muy importante también para garantizar su independencia, sin ningún tipo de intervención por parte de usted ni de ningún otro alto cargo político en su fundación, en su desarrollo y en su funcionamiento. Además, también, orgullosas estas plataformas de su radical independencia económica. Ninguno de los impulsores de estas iniciativas cívicas le ha pedido ni un euro a usted ni a ninguno de sus consellers. De ahí, presidenta, su objetividad y su credibilidad.
Ante la potencia civil, sin embargo, han surgido como arte de birlibirloque otras autodenominadas plataformas de la sociedad civil que, en cuanto profundizas ligeramente en su epidermis, descubres que de independientes tiene poco por no decir nada. Algunas, de hecho, han surgido después de pedirle a usted permiso para medrar y, además, le han dejado a usted la potestad de nombra a su coordinador y pagarle un sueldo de alto cargo desde su propia oficina de la Presidencia del Govern. ¿Qué independencia civil puede existir en una iniciativa como esta? ¿Qué objetividad de criterio puede aportarnos un grupo de personas que, de hecho, cobran de usted? Presidenta, ¿por qué se presta a este juego?
Y no tan solo esto. Además, otro autodenominado foro de la sociedad civil ha dado un paso al frente para aportarnos sus particulares soluciones para la sociedad post pandémica.
Pero, claro, lo ‘que’ se dice depende mucho de ‘quien’ lo dice. Y un foro formado por personas que están donde ahora están por haber sido antes altos cargos de un Govern de su misma cuerda ideológica, sin ningún tipo de relación con la actividad laboral privada, siempre agarrados a sueldos públicos y amamantados por las suculentas subvenciones que surgen desde su mismo Govern nos aportan, sinceramente, pocos visos de independencia y escasa credibilidad como sociedad civil.
Señora Armengol:
La sociedad civil, surgida desde el exterior de la política, es fundamental para construir una sociedad sana, plural, democrática y, si es necesario, divergente del estatus quo político. Por eso lo que debe usted hacer es escuchar y analizar lo que le aportan estos ciudadanos desde su independencia radical, sin ansia ninguna por ocupar su puesto ni pedirle ni un euro a cambio de sus consejos.
Además, si atiende sus aportaciones y aplica sus soluciones, mejor que mejor ya que surgen de la experiencia de la gestión privada, cuyos únicos objetivos reales son la utilidad, la eficacia y la eficiencia. No olvide que todo aquello que le dice la sociedad civil es a cambio de nada, no hay egoísmo y el único fin que les mueve es mejorar nuestra convivencia y solucionar nuestros problemas.
Presidenta, déjese de subterfugios y de triquiñuelas. No dé pábulo a pretenciosas sociedades civiles que nunca han sido eso sino simples terminales mediáticas de grupos políticos, incluso del suyo. No caiga usted en la trampa que usted misma se ha tendido. No coloque en la misma estantería de su despacho lo que le dicen unos y lo que le dicen otros. No compare lo que usted quiere que le digan con lo que le dicen los que no dependen de usted. No son lo mismo las verdades del barquero, aunque duelan, que las carantoñas de los que con una mano la acarician y cobran con la otra. Con unos mejorará su gestión. Con los otros sesteará en el fracaso.
Así como pulpo no es animal de compañía, aunque sea un animal, no todas las pseudodenominadas sociedades civiles son verdaderas sociedades civiles, aunque algunos se apropien de este nombre y usted les aplauda la ocurrencia, sino es que la promociona y promueve.
Pulpo no es animal de compañía, presidenta. No lo es y usted no debe autoengañarse.