La decisión del Insitut Mallorquí d'Afers Socials de suspender el servicio de centro de día de la Residencia Elena, sin haber reubicado antes a los usuarios que se beneficiaban de este servicio, ha trastocado la vida de Catalina y su suegra en unos momentos ya de por sí cargados de la incertidumbre que la Covid-19 ha generado entre todos nosotros.
"Nos dieron un plazo de quince días: vinieron, cerraron y no han reubicado a nuestros familiares" relata Cañellas, quien se muestra agradecida de que su jefa le permita "traer a mi suegra a mi puesto de trabajo". "Necesitamos que el IMAS deje de cerrar centros de día y reubique a la gente que tira a la calle, sobre todo en una pandemia. Estas personas tienen que estar en un sitio seguro, no en la calle y que las familias se apañen como puedan. Esto no es una solución", lamenta Cañellas.
Catalina relata cómo "desde el IMAS no se han puesto en contacto con nosotros en ningún momento. Se pasan la pelota de un tejado a otro (IMAS y Dependència del Govern). Es un laberinto que se muerde la cola y ya han pasado dos meses".
La angustia hace acto de presencia cuando Cañellas asegura que "mi suegra está nerviosa. Necesita hacer actividades. Está mano sobre mano y no es bueno ni física ni psicológicamente. Es como estar encerrada en un cuarto, sin poder salir de ahí".
"Que no pongan tantas trabas", exclama entre sollozos Catalina, "que tengan poco más de consideración. Seguro que si la afectada fuera la madre de alguno de ellos de no actuarían de esta manera".
Las enfermedades de salud mental no dan tregua. No entienden de pandemias ni de toques de queda. Muchas de ellas son crónicas, y, desgraciadamente, la gran mayoría también son degenerativas. El apoyo y el acompañamiento a pacientes y familiares, ahora más que nunca, también deberían ser una prioridad.