…Señoras y señores turismofóbicos…
…Y señoras y señores de la sociedad de les Illes Balears:
Es una reiterada obviedad destacar que nuestro principal motor económico, laboral y empresarial es el turismo. Todos los sectores productivos y toda la riqueza de la que disfrutamos y somos capaces de generar surgen directa o indirectamente de este ámbito. Incluso los burócratas que sestean tras un montón de expedientes en su mesa funcionarial deben reconocer que ni tan solo existiría la institución administrativa que les soporta sin los impuestos que genera la actividad turística. Que decir de la agricultura, el comercio, el transporte, la construcción y todos los demás.
Por eso el turismo nos compete, nos afecta y nos importa a todos. A todos. El turismo es de todos. Desde el empresario que gestiona una gran cadena hotelera al agricultor que suspira que esa misma cadena hotelera apueste por sus frutas para servirlas en el desayuno de sus clientes.
Antes incluso del advenimiento de la catástrofe pandémica ya se escuchaban entre diversos foros de la sociedad balear voces altisonantes denostando al turismo. Seguramente disparaban por elevación contra los innegables desfases que el propio turismo, como actividad extensiva e intensiva, ha podido provocar. Seguramente, también, sin reparar en que denostar a la totalidad del sector por los casos discordantes concretos y específicos es erróneo y disparatado. Es matar moscas a cañonazos.
Simultáneamente, y por otro lado, también hemos asistido a demasiadas expresiones del egoísmo que determinados hoteleros y empresarios de los sectores complementarios del turismo han evidenciado ante la sociedad que les ampara. La avaricia, el menfotismo, la insolidaridad y el incumplimiento, incluso, de las normas de convivencia y de las propias leyes democráticamente legisladas han provocado la consecuente, y lógica, animadversión contra los turistas, el turismo y todo lo que ello conlleva. Demasiados han errado y es de buen criterio reconocerlo.
Llegados a este punto, con las heridas aún abiertas y sangrando por los estragos provocados por la Covid-19, es el momento de seguir anhelando por el buen turismo, eliminar lo peor de un plumazo y apostar por la excelencia. Por la excelencia radical. La que ofrece lo mejor del sector y lo mejor de cada uno de nosotros. Y no solamente la excelencia empresarial y económica, sino también la laboral, la social, la ecológica, la medioambiental, la tecnológica, la digital, la agroalimentaria y todas aquellas aportaciones que nos mejoren como sociedad.
En esta tarea debemos implicarnos todos. Primero, los ciudadanos y las asociaciones cívicas turismofóbicas, que deben abandonar su radicalismo castrante y aportar, desde su socialmente respetable posición crítica, las pertinentes soluciones a los problemas y desfases evidentes. Después, y simultáneamente, los políticos, que detentan el poder democrático y escriben en los boletines oficiales– y, por fin, también los propios empresarios hoteleros. Esos empresarios hoteleros que demasiadas veces han estado encerrados con su juguete particular en los pisos altos de sus grandes edificios y se han negado a ver que ellos son el reducido grupo privilegiado al que la sociedad les ha cedido un marco incomparable –nuestras Illes Balears de todos– para que lo compartan con los millones de turistas que nos visitan. Es evidente que cualquiera de nuestros magníficos hoteles ubicado en un páramo angosto y pútrido no tendría, ni de lejos, la relevancia que tiene en nuestra geografía balear. Y eso hay que reconocerlo y eso hay que compensarlo.
Unos empresarios, por otro lado, que han sabido poner en marcha y mantener beneficiosamente productiva hasta hoy a una actividad que ha colocado a nuestra comunidad por delante de muchas otras. A cada uno, pues, lo que le corresponde.
A todos los destinatarios de esta carta del Grup 4 de Comunicació Multimèdia:
Pese a la hecatombe provocada por la pandemia, se abren ante nosotros las puertas de la oportunidad, del futuro y del éxito. Si solamente se imponen una parte de ustedes, todos perderemos. Y si se impone solamente la otra, también perderemos igualmente. Todos juntos, sin embargo, venceremos.
Venceremos si somos capaces de sumar tanto a los que, desde el ámbito empresarial, serán capaces de reactivar nuestra locomotora, que producirá más riqueza incluso que antes de la Covid-19, a los que, aun llamándose turismofóbicos, serán proactivos para entender que sin turismo no tenemos nada por delante y con sus reflexiones y sus aportaciones harán incluso mejor al turismo futuro que al que hemos disfrutado antes de la llegada del virus asesino.
Sumando avanzaremos. Restando fracasaremos.
Es el momento de comprender que nada en el futuro va a ser ya igual al pasado. Es el momento de reconocer lo bueno que hemos hecho y lo malo que también hemos hecho. Multipliquemos lo primero y borremos lo segundo.
Nos va en ello seguir siendo algo. Nos va en ello, simplemente, existir.