La gestión de la pandemia en nuestra Isla es, a mi modo de ver, un auténtico caos normativo que está ahogando a las pequeñas y medianas empresas de tal manera que, si seguimos así, muchas no van a poder subsistir este invierno y, por lo tanto, no podrán abrir en verano de cara a la próxima temporada turística. Resulta evidente que Menorca no puede vivir sin el turismo, pero eso no debería suponer que se destinen todos los esfuerzos a “salvar la temporada” y olvidarnos de los largos meses de invierno que aún nos quedan para llegar a la misma.
Puedo afirmar, con conocimiento de causa, que el paso al nivel 2 de restricciones a causa de la pandemia ha provocado una ola de indignación y confusión generalizada, principalmente porque muchas decisiones tomadas carecen de ningún sentido. ¿Quién toma estas decisiones y cuáles son los criterios que se han seguido al respecto? En relación al sector de la hostelería y la restauración, se han establecido unas normas en relación a los horarios, la apertura de los interiores de los locales y los aforos que nadie es capaz de comprender y que afectan gravemente a la estabilidad de las plantillas de trabajadores.
Entiendo que la desescalada deber ser lenta y segura pero debería ir acompañada de medidas razonables que aporten un mínimo de estabilidad a las empresas y a sus trabajadores, por el bien común de todos los menorquines que viven y trabajan aquí (o al menos lo intentan) durante todo el año.
Estoy segura que si las cifras de contagios que tenemos actualmente en Menorca fueran las mismas que en Mallorca, las restricciones establecidas serían inferiores e incluso se permitiría la llegada de turistas con un PCR negativo en destino. Pero, lamentablemente, en Menorca muchas personas se quejan en voz baja pero no se atreven a criticar en público la incompetencia para gestionar esta grave crisis sanitaria y económica. Algunas personas dirán que desde aquí no se puede hacer mucho al respecto y que dependemos de Mallorca. Excusas que me hacen pensar que si para las cosas importantes de verdad no tenemos poder de decisión, quizás lo mejor sería cambiar de modelo territorial y así nos ahorraríamos muchos millones de euros que se podrían destinar a los sectores productivos de la Isla.
Maria Riudavets Florit
Gerente Ca na Maru