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CARTA A.../ La unión nos hace más fuertes: déjense ayudar

La vacuna contra la pandemia de la Covid-19 se está mostrando como la verdadera y única solución posible para acabar con esta pesadilla. Después de un extenuante año en el que hemos ido dando tumbos y tropezando, ahora –al fin–  albergamos una esperanza. Ahora –al fin– vemos ya la tenue luz al final del largo y fúnebre túnel.

Sin embargo, este ligero brillo en el horizonte se ve gravemente ensombrecido por los negros nubarrones de los desaciertos y la ineficacia protagonizados por la Unión Europea en la gestión de la promoción, financiación, elaboración, reserva, adquisición, transporte y distribución de las vacunas contratadas a determinados laboratorios farmacéuticos.

El ritmo de producción de las dosis, de su reparto a través de todo el continente desde las factorías fabricantes y de su inoculación en los ciudadanos transcurre con una cadencia extremadamente lenta. Un auténtico marasmo de inutilidad admitido y justificado por los gobiernos de los estados europeos a través de su cómplice anuencia. También por el nuestro.

Y, mientras en Bruselas los políticos y los burócratas apoltronados debaten en discusiones vanas como escaquearse de su responsabilidad dolosa, la lista de personas asesinadas por el virus crece y crece, además de haberse precipitado ya toda la sociedad en un coma agonizante que paraliza sus sistemas de creación de riqueza.

Todo eso es así y no admite vuelta de hoja. Pero estamos a tiempo de reaccionar. De reaccionar para salvar vidas humanas y para salvar nuestro futuro social, económico, empresarial y laboral.

Europa ha fracasado, España ha fracasado y nosotros somos capaces de triunfar. La victoria está en nuestras manos a través de un potente grupo de personas de la sociedad civil y de empresarios que se han movilizado con ardor y furia para conseguirlo. Y lo haremos todos juntos sin egoísmos ni tóxicos protagonismos, priorizando el rescate de la salud y de la economía por encima de todo y como respuesta a un SOS desesperado. Plataformas cívicas surgidas sin ningún apoyo ni respaldo político, desde las bases de nuestra propia sociedad, han dado un valiente paso adelante para aportar las soluciones que desde el ámbito de las instituciones y de la administración no llegan.

No se pretende demonizar a nadie, ni exigir dimisiones, ni recriminar los errores pasados. Eso no solucionaría nuestros actuales y graves problemas y nos haría perder un tiempo preciso. Un tiempo que no tenemos.

Es el momento de priorizar lo urgente y lo importante. Lo que hay que hacer ahora es unir esfuerzos, sumar, aportar y, con ello, salvar la vida de miles de convecinos nuestros que, de no hacer nada, morirán ahogados en las UCIS y, también, arrancar otra vez la locomotora de nuestra economía.

Señoras y señores que nos gobiernan:

Ante la realidad, soluciones. Ante la parálisis, movilización. Ante el fracaso actual que nos atenaza, el éxito futuro que nos espera. Si se quiere, se puede. La potentísima Alemania y también Hungría han abierto ya la puerta. Si el sistema europeo de vacunación falla, afrontemos –pues– otras estrategias. Sin renunciar a las dosis contratadas, pactadas y distribuidas por la Unión, agarrémonos a las otras opciones, llámense Rusia o China. No es el momento de mirar el color de las banderas sino a los ojos de los que mueren y de los que se arruinan.

Tienen ustedes a su disposición, señoras y señores que nos gobiernan, la mano tendida de un importante y responsable grupo de empresarios que están dispuestos a aportar su capacidad financiera y sus conocimientos en el ámbito de la gestión para ayudarles a conseguir las vacunas necesarias. Y, a través de la sanidad privada, su inoculación ágil e inmediata. Pueden ustedes sumar vidas y salvar empresas y puestos de trabajo. Está en sus manos devolvernos nuestro futuro. Lo único que tienen que hacer es dejarse ayudar.

No sean como el perro del hortelano, ese animal que ni comía ni dejaba comer. Dejen que aquellos que se han ofrecido para, conjuntamente con ustedes, salir juntos de este tétrico atolladero puedan hacerlo. Ellos saben y ellos pueden. Y ustedes deben reconocerlo.

Tenemos la solución en nuestras propias manos. Podemos conseguirla. Basta con aceptar que la ayuda desinteresada y socialmente responsable de los empresarios privados es un camino abierto a la salud y a la recuperación económica. Bájense de su pedestal. Entiendan porque están aupados en sus poltronas y conviértanse en aquello que los ciudadanos desean que sean ustedes de verdad: parte de la solución y no protagonistas del problema.

Todos juntos –todos– tenemos en nuestras propias manos la solución. No sean ustedes egoístas y colaboren. Nos lo deben. La unión nos hace mucho más fuertes. Déjense ayudar. Nuestra salvación nos va en ello.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , , ,

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