Según ha informado la Policía Nacional este martes en una nota de prensa, los hechos ocurrieron en la madrugada del 13 de enero, cuando entró una llamada a la Sala Cimacc del 091, en la que un vigilante de seguridad comunicaba que habían entrado a robar en un establecimiento de la calle Aragón.
Una vez en el lugar de los hechos, los agentes pudieron comprobar que las cristaleras del local estaban fracturadas, no habiendo nadie en el interior, encontrándose el mismo revuelto.
El propietario del establecimiento confirmó entonces a la Policía Nacional que habían sido sustraído un total de 25 teléfonos móviles, cuatro patinetes eléctricos y cuatro relojes inteligentes, comenzando una investigación sobre los hechos.
En el lugar había un reguero de sangre, al parecer producido por la rotura de los cristales, por lo que los funcionarios policiales siguieron el rastro por vía pública, localizando en el camino el mango de madera del martillo que se habría utilizado para fracturar la cristalera, así como una mascarilla también manchada de sangre.
Finalmente, el rastro de sangre terminó enfrente de un inmueble, el cual se encontraba abandonado y en trámites de ser declarado en ruinas.
Tras varias gestiones, dieron con el ahora detenido, quien tenía la mano envuelta en una venda casera y llevaba un patinete con restos de sangre, que coincidía plenamente con uno de los sustraídos en el robo del establecimiento.
Además, el varón, menor de edad, portaba entre sus efectos varios terminales móviles escondidos en sus prendas, pudiendo comprobar que los mismos coincidían con algunos de los robados la misma noche.
También llevaba entre sus pertenencias dinero fraccionado en una serie de billetes, que estaban casi todos manchados de sangre. Por todos estos motivos, los agentes procedieron a la detención del menor como presunto autor de un delito de robo con fuerza en local.
A fecha de este martes, día 19 de enero, la investigación de la Policía continúa abierta y no se descarta que se produzcan nuevas detenciones.
