Bajo la premisa "Si el pueblo no trabaja, Govern de les Illes, tú no cobras", el Consolat de la Mar ha sido el punto de encuentro de miles de trabajadores y empresarios de la restauración. Y es que el sector, uno de de los más afectados por las restricciones y que verá como las puertas de sus locales permanecerán cerradas durante un mínimo de quince días, continúa pagando tasas como las de basura, tributos como el IAE, el IRPF o el impuesto de sociedades, seguridad social de los empleados, alquileres..., sin recibir hasta la fecha ningún tipo de ayuda directa.
La revuelta de hoy no parece ser más que un aviso para la clase política. Después de cortar el Passeig Marítim, los manifestantes, siempre vigilados por la Policía, han marchado hasta las puertas del Parlament, donde también han dejado oír sus reivindicaciones.
Las protestas han continuado hasta las Avingudes de la capital, colapsando así las principales arterias de Palma y dejando atrás helicópteros de la Policía Nacional y antidisturbios, presentes en la zona, además de los autobuses del transporte público paralizados a su paso.
La presidenta del Govern, Francina Armengol, ha manifestado desde Santanyí, donde se encontraba inaugurando las obras de 23 viviendas de protección oficial, ha manifestado entender perfectamente la situación y desesperación de la gente, aunque ha criticado que los manifestantes no respetasen, en algunos casos, las medidas de seguridad indicadas por las autoridades sanitarias.
Las protestas frente al Consolat de la Mar son el preludio de una revolución que podría comenzar muy pronto si no se pone remedio a la situación actual desde donde se tiene potestad para ponerlo. La restauración ha dicho basta. Son muchos los que ya tienen que recurrir a sus ahorros personales (si disponen de ellos) para mantener con vida sus negocios o, incluso, para poder despedir a más personal en caso de que su supervivencia ya sea imposible.
Una situación realmente compleja y difícil que ha hecho hoy visible la restauración saliendo a la calle para decir fuerte y claro que se siente absolutamente perjudicada.