Viernes 18, 10:45 horas. Pablo S es familiar muy cercano de Pedro S y por eso sabe lo que pasa. Llama al 061 y descuelgan en tres segundos, un tiempo de respuesta inmejorable. Informa que había mantenido un contacto estrecho con Pedro S, y que, aunque no tiene síntomas, quiere pedir un PCR por si se hubiera contagiado. Le responden que aparecerá en la lista que Pedro S les habrá entregado con las personas que hubieran mantenido con él un contacto estrecho y que le llamarán hoy o mañana para la prueba. No pueden comprobar si figura en esa lista y nada le dicen tampoco del sistema Radar COVID.
Pablo S se queda pensativo, pues no recuerda que Pedro S le dijera que, tras comunicarle el positivo en el hospital, le hubieran pedido la lista de contactos estrechos mantenidos durante los dos días anteriores. Llama a Pedro S, que confirma sus sospechas. No le han pedido ninguna lista y tampoco le han preguntado si tenía instalado el Radar COVID en su teléfono móvil. De hecho, lo tiene instalado desde que se activó en Baleares, a principios de septiembre.
Pablo S decide llamar de nuevo al 061 para informar que a Pedro S nadie le ha pedido ninguna lista y que, por tanto, nadie le va a citar a él para la prueba PCR. Le contestan que no pueden hacer nada, pues hay pocos rastreadores y mucho trabajo, etcétera.
A las 16:30 horas del 18 de septiembre, Pablo S recibe, por fin, la llamada para la prueba PCR, que se realizará al día siguiente, sábado 19, por la mañana. Más tarde se entera de que, sobre las 15 horas, a Pedro S le habían llamado por teléfono desde “Coordinación PCR” para pedirle la lista de contactos estrechos. Pedro S sigue ingresado en el Hospital.
Todo lo anterior es el relato de una fase de la atención a pacientes COVID en la que solo son ficticios los nombres.
Desde que comenzó la pandemia en marzo, y hasta el 18 de septiembre, el COVID ha infectado al 1,05% de la población de Baleares, un buen dato, pues a nivel estatal el porcentaje es un 30% superior.
Del caso descrito se deduce que, detectado un positivo COVID en Baleares, el sistema tarda más de doce horas en conocer y avisar a las personas que mantuvieron algún contacto estrecho con el infectado y, por tanto, podrían haberse infectado e infectar a otras.
Tal demora, si contamos únicamente del 1 al 18 de septiembre, puede haberse repetido 3.895 veces, que son los PCR positivos entre ambas fechas, según la información diaria del Ministerio de Sanidad. El número de infecciones que esos positivos pueden haber provocado dependerá del número de contactos estrechos que hayan mantenido durante las 48 horas anteriores, un dato que solo se conocerá, y siempre parcialmente, doce horas después, o más. De momento, hoy, día 18, los 322 infectados más en Baleares son la cifra más alta de los últimos siete días.
Si el resto de España funciona igual, del 1 al 18 de septiembre serán 177.182 los infectados cuyo impacto no se podrá comenzar a neutralizar hasta pasadas doce o más horas desde el diagnóstico.
Pero el relato de Pedro S y Pablo S tendría que ser distinto si de verdad hay que doblegar más la curva de la pandemia y se pude conseguir reduciendo las horas de “ceguera” del sistema contra potenciales nichos COVID. Por ejemplo, con este otro protocolo.
En el momento de confirmarse el positivo COVID, el primer sanitario que tuviera conocimiento del diagnóstico podría, con dos clics, enviar al teléfono móvil de Pedro S un mensaje parecido a este: “Por favor, responda lo antes posible a este mensaje enviando los nombres y los teléfonos móviles de las personas con las que haya mantenido contactos estrechos durante las últimas 48 horas. Es muy importante para reducir los contagios”.
Pedro S, que está despierto en el momento de recibir el mensaje porque al mismo tiempo le están informando en persona del diagnóstico, cumplirá las instrucciones que reciba del Sistema de Salud, tal como hacen la inmensa mayoría de personas hospitalizadas, incluso en circunstancias normales, y tardará entre 20 y 30 minutos en responder a la petición del listado. Y si excluye conscientemente a alguien, sentirá la sensación de estar mintiendo.
Es evidente que los positivos COVID no hospitalizados responderán a la petición del listado de forma menos diligente, pero, aunque sientan más de cerca la tentación de excluir algunos contactos estrechos para “evitar alarmismos”, el resultado siempre será mejor que si esos listados se comienzan a solicitar doce horas después, o más.
El sistema recibirá el listado de Pedro S y procesará en tiempo real el envío a todos los teléfonos móviles que figuren, entre otros el de Pablo S, un mensaje que podría decir, por ejemplo, lo siguiente: “Habiendo mantenido usted un contacto estrecho con Pedro S durante las últimas 48 horas, y habiendo resultado Pedro S positivo COVID, le citaremos en breve para una prueba PCR. Mientras tanto, debe usted respetar las siguientes medidas (…) para evitar la expansión de la pandemia”.
Sin duda, Pedro S ha cometido errores pues, de lo contrario, no sería un positivo COVID.
Errores como los cometidos por alguien del súper colegio privado Santa María de los Rosales, en Aravaca, Madrid, donde han tenido que encerrar en su palacio a la princesa Leonor y en sus casas al resto de alumnos de su mismo curso, pues es evidente que, quien fuera, no supo evitar que el positivo COVID detectado mantuviera algún contacto estrecho con sus compañeros de aula.
Errores de personas a todos los niveles, pero errores humanos que se multiplican cuando los “sistemas” no mejoran a mayor velocidad de la que avanza la pandemia. Y en este punto conviene recordar que los “sistemas” no son robots, sino las personas que los diseñan para que quienes deben seguir sus protocolos minimicen el número de veces que se equivocan.
Actualización al cierre: Día 20, domingo. A las 11:30 de la mañana, 25 horas después de la prueba PCR y cumpliendo lo anunciado, llaman a Pablo S para decirle que no tiene COVID. En cambio, también han pasado más de 35 horas desde que confirmaron el positivo a Pedro S, que sigue en el hospital, y aún no ha recibido en la aplicación Radar COVID de su móvil el código que la pantalla le pide para “contribuir a detener la propagación del virus”.
P.D. Retiraría la propuesta para acelerar la gestión de los contactos estrechos si en Madrid la estuvieran aplicando a rajatabla, pues sería evidente su fracaso. Han alcanzado los 2.809 infectados por cada 100.000 habitantes, casi el triple que en Baleares.
Para derrotar al COVID tenemos que mejorar, pero también hay mucho que cambiar, y España es un ejemplo evidente de inmovilismo. De personas y de leyes. Pero esta parte de la historia merece una reflexión específica.