La Agencia Española de Medicamentos reconoce que esta situación se produce por su propia falta de previsión. Alega que el stock contratado por el Ministerio de Sanidad con los laboratorios fabricantes no ha sido suficiente para cubrir las necesidades provocadas por el rebrote de la enfermedad.
La realidad es que miles de españoles enfermos por la pandemia asesina de la Covid-19 están en inminente peligro de no poder ser tratados con la única medicina autorizada por la OMS para tratar la pandemia. Un ejemplo más de la pésima gestión que de la emergencia sanitaria está desarrollando el Gobierno de España de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Fernando Simón.
A la falta de mascarillas de protección de la ciudadanía padecida al inicio de la pandemia, de la carencia también de elementos de protección para los profesionales sanitarios (trajes de aislamiento, buzos, guantes, mascarillas) y de respiradores para las UCIs, ahora hay que añadir que el Gobierno no ha sabido tampoco prevenir los rebrotes anunciados por todos los expertos y España se va a quedar sin Remdesivir para combatir la enfermedad de la Covid-19.
Estamos “a pocas horas”, según expresión de la propia Agencia del Medicamento, de no poder administrar el único antivírico recomendado por la OMS a los enfermos españoles de la Covid-19.
Ante este nuevo capítulo de la ineficacia, inutilidad e ineficiencia de los gestores públicos españoles de la pandemia, la ciudadanía parece adormecida ante este cúmulo de despropósitos que han convertido a nuestro país en el de Europa Occidental en el que los rebrotes se reproducen con más intensidad y virulencia. Ni los políticos de la oposición, que sestean preocupados solamente por sus propios enfrentamientos internos, ni los del Gobierno han dado un paso al frente para denunciar o solucionar esta gravísima situación que afronta España.
Una vez más, y ya van muchas en este largo período de alarma sanitaria mortal, la realidad de los enfermos va por un lado y las prioridades del Gobierno de España va por otro. Mientras el país se despeña ante la multiplicación de forma exponencial de los casos de personas enfermas de la Covid-19, hemos visto al propio presidente Sánchez disfrutar de unas largas e intensas vacaciones alejado de todos los problemas que él, desde su cargo, debería afrontar y solucionar. Asueto veraniego prolongado e intenso compartido también por su vicepresidente Pablo Iglesias y la mayoría del gabinete.
Unas vacaciones las del presidente Sánchez y su Gobierno que producen sonrojo ante la realidad que padecen tantos sectores laborales, económicos y empresariales españoles que boquean desesperados ante la falta de ingresos económicos y de actividad comercial.
España es el país de nuestro entorno que peor ha gestionado la pandemia. Las cifras de muertos y el colapso de la sanidad no tienen parangón en nuestro entorno europeo más cercano. La improvisación ha estado al orden del día. Lo que hoy era innecesario, mañana era imprescindible, como hemos ido comprobando con las consecutivas comparecencias del ministro Illa y del doctor Simón. La falta de previsión ha estado al orden del día, como ahora comprobamos, una vez más, con la falta de Remdesivir para tratar a los enfermos de la Covid-19. Pero todo eso no es tan importante ni urgente como para renunciar a unas vacaciones a cuerpo de rey en Lanzarote y el Coto de Doñana. Mientras, la ciudadanía calla. ¿Hasta cuándo?
