Se salvan, dentro de un orden, Unidas Podemos, que se la jugaba para siempre si no se desmarcaba esta vez, y las Juventudes Socialistas, que vienen del Congreso del PSOE de 2017 cuando, tras sufrir presiones sin cuento por parte de un triunfador de primarias más pagado de sí mismo entonces que hoy con 140.000 millones europeos, se humillaron tanto que hasta terminaron retirando una ponencia en la que, osados, intentaban colar “república” a las huestes de cínicos con carnet que prefieren envilecerse un poco más cada día en lugar de, con el último gramo de amor propio que les queda a esos cobardes que no se atreven a defender aquello de lo que presumen, borrar esa palabra terrible, “república”, de sus estatutos.
No era Sánchez presidente del Gobierno y ya quemaba las ilusiones jóvenes defendiendo instituciones prescindibles y corrompidas.
Y se han salvado también los gobernantes de Catalunya, que un viernes decidieron “no blanquear la monarquía” negándose a la foto con el hijo coronado del amante coronado de Corinna en San Millán de la Cogolla, y tuvieron tanta vista, o tanta suerte, o tanto de ambas cosas, que 48 horas después los dos coronados, como borbones que son, ya se estaban confabulando para coronar la cima mundial de todas las burlas organizando, con nocturnidad y alevosía, el delito de huida de la justicia del más viejo y sospechoso de ambos dos.
Porque, a ver, señora socialista Carmen Calvo, ¿desde cuando es obligado que un Juzgado haya realizado el trámite de la imputación para que todos tengamos claro que alguien está huyendo de la Justicia?
Por intentar burlarse del pueblo, es usted también despreciable, Carmen Calvo.
La cadena de burlas tiene su origen en la de complicidades, y así como Felipe VI implicó “hace un año” (impagable El Confidencial del 16 de julio, siempre seremos deudores de Zarzalejos aunque él solo quiera salvar a Felipe VI) a Sánchez en el conocimiento y ocultación de los delitos de su padre, hoy Sánchez convierte en cómplices de lo mismo a todos los afiliados del PSOE que no están levantando la voz y movilizando todas sus fuerzas para obligarle a buscar al huido, encontrarlo, y presumir de unas cloacas que funcionan, aunque lo mejor sería que confesara que nos ha mentido, que “me he equivocado y que no volverá a ocurrir”, como dijo el hoy huido con cara de hospital, para no inventar respuestas de compromiso.
Os imagináis, socialistas, el prestigio que vuestro presidente, y también vosotros, estaríais mereciendo y disfrutando si aquel día de “hace un año”, al conocer Sánchez, del mismo Felipe VI, los delitos fiscales de Juan Carlos I, le hubiera respondido algo como “comprenderá usted, majestad, que esto es gravísimo y no puede quedar entre nosotros. Ahora mismo voy a informar al pueblo español”. Eso, con las urnas del 28 de abril en vuestras manos, más diputados de izquierdas que ahora y los monárquico-fascistas de Abascal sin posibilidad de plantear ninguna moción de censura.
No lo hizo Sánchez, y ni siquiera estábamos sometidos a la dictadura de una pandemia.
Esta mañana, la quinta que amanece en medio del escarnio colectivo, ni quiero pensar ni tengo tiempo, y los hay que, cuando se sienten burlados por los que mandan, manejan perfectas las palabras. Por eso, para desmontar otra de las falacias que también convierten en despreciable a Sánchez me permitiré reproducir las de Rafael Torres que, en su “Sayonara” de ayer y desmontando la burda mentira del presidente de que la justicia no persigue instituciones sino personas, se pregunta lo siguiente: “Pero, ¿cómo que una cosa es el rey y otra, se ve que muy distinta, la corona? ¿Cómo puede esgrimirse semejante cosa, a menos que se haga desde el convencimiento, o la suposición de que la gente es tonta? ¿Quién encarna la corona? El rey. ¿Quién la ciñe en su cabeza? El rey. ¿Quién hace de su capa un sayo, dada su delirante irresponsabilidad ante la ley? El rey. ¿Quién es lo que es y no otro elegido por otro procedimiento? El rey. ¿Quién lega la bicoca a su primogénito porque sí? El rey. Ahí no se ve institución alguna, sino una familia…”.
Pero también mintió Sánchez por duplicado con ese mismo argumento, que ya es capacidad de mentir. Fue cuando afirmó que la justicia no persigue instituciones. ¿Acaso no se persigue y se ponen multas millonarias a grandes empresas por abusos de posición dominante, como Google o Apple? ¿Acaso no pueden ser disueltos los partidos políticos con la Ley Orgánica 6/2002 en la mano, que es lo más parecido a condenar a muerte a una persona? Mira por donde, embustero Sánchez, las instituciones pueden sufrir penas más duras que las personas que las componen.
¿Y no le parece al presidente que los delitos cometidos por la institución personalísima denominada monarquía justifican plenamente su disolución?
Dice también Sánchez que “las reuniones que el presidente del Gobierno de España mantiene con el rey están sometidas a una confidencialidad que va a respetar” y lo que el pueblo, con todo el derecho del mundo piensa, y también lo piensa esa prensa libre a la que cita Sánchez como si él la hubiera parido pero a la que miente como a todos cuando le conviene, es que en esas reuniones de lo que hablan entre rey y presidente es de como ocultar mejor los delitos que, por acción, omisión, o conocimiento cierto, a ambos les implican.
Sois vosotros, socialistas del PSOE, quienes estáis manteniendo contra España la vergüenza mundial que significa la continuidad de la monarquía, y se os está acabando el tiempo para salir vivos de este hundimiento. Seguís, en medio del agosto y la pandemia, todos a una detrás de Sánchez, y él detrás de un rey que, como su padre, y como toda su estirpe de ladrones y degenerados, terminará condenado por su pueblo y por la historia. Y con él, todos vosotros.
Hace siglos, cuando solo había monarquías y no existían ni Internet, ni la TV, ni la radio, ni siquiera la electricidad, ni el sufragio universal, ni casi nada de lo que hoy nos rodea, con tantas mejoras y progresos desde entonces, dicen que un rey de Francia, Enrique IV, dijo aquello de “París bien vale una misa”.
¿Qué es lo que vale tanto en esta España moderna que gobernáis los socialistas, que pueda justificar tantas veces como Sánchez y algunos de vuestros ministros nos cuentan mentiras, tantas como ocultan lo que saben a pesar de la transparencia de la que presumen, tantas en las que eligen la cobardía, tantas como se ríen de quienes estamos viendo que sus gestos les delatan porque saben, en sus adentros, que no es verdad lo que nos está diciendo?
Entonces, hace siglos, la conquista de un trono le mereció a un rey proclamar una mentira.
Hoy, en España, la continuidad de una monarquía podrida es bastante para que la clase política emplee sin descanso, y hasta tal punto, la mentira, que la convierten en una burla continua.