A esta nociva tendencia ha venido a sumarse la crisis provocada por la Covid-19. Así, las matriculaciones y registros de embarcaciones se han desplomado sin remedio ante el envite de la pandemia. Citando unas cuentas cifras, publicadas por ANEN (Asociación Nacional de Empresas Náuticas), los meses de abril y mayo registraron caídas del -77% y -54% en la matriculación, mientras que el alquiler de embarcaciones se derrumbó hasta un -71%.
Así las cosas, cabría pensar que la marina de recreo está en serios problemas. Pues sin duda alguna lo está, ahora bien, a riesgo de ser demasiado optimista, debemos romper una lanza a favor de la increíble capacidad de regeneración de este sector. Desde el mes de junio se han incrementado significativamente las matriculaciones y gran cantidad de turistas deciden pasar sus vacaciones de la forma más segura que se les ocurre: aislados en un barco en medio del mar.
Las matriculaciones y registros de embarcaciones se han desplomado sin remedio
Un poco de aire y un rayo de esperanza: para paliar la delicada situación, la Dirección General de la Marina Mercante modificó la normativa vigente en materia de arrendamiento de embarcaciones y buques de recreo, dado respuesta a una de las peticiones más recurrentes de todos los actores del sector: agilizar la burocracia.
Con todo, queda un largo camino por recorrer hasta que la normativa de la náutica de recreo sea comparable con la de nuestros vecinos europeos. En todo caso, se están dado pasos en el sentido correcto. Así, gusto de pensar que, pese a la difícil situación, la náutica de recreo conseguirá salir a flote evitando, en la medida de lo posible, ir a la deriva.