Pero, frente a los equilibrios verbales en esta cuerda floja que separa la distancia que media entre una monarquía que se muere por podrida y una república a la que no dejan nacer los privilegiados habituales, están los hechos que, como terremotos que todo lo remueven, demuestran que los dirigentes de uno de los países más grandes de Europa siguen queriendo que la sociedad que dominan siga sumergida en el lodazal de corrupción e indecencia cultivado con desenfreno desde hace más de 40 años, porque no quisieron marginar a los asesinos del pasado y les permitieron disfrazarse para seguir mandando.
Han transcurrido más de 24 horas desde el primer párrafo de este grito y siguen vigentes dos de las indecentes verdades que también conocíamos ayer y que demuestran, una vez más, que la “democracia” en España no es más que una monarquía con urnas blindada por organizaciones de sospechosos que se relevan en el gobierno al ritmo marcado por la eficacia de los entramados de corrupción y que consiguen protegerla de la poca justicia que osa perseguirla. Aunque unos y otros, todos, están de acuerdo en vigilar para que nada de lo importante se desate.
España sigue sin saber dónde reside el rey anterior, casi 48 horas después de enterarse de que su emérito saldría de España
Ahí siguen, por una parte, las portadas más importantes interrogándose sobre si será en Estoril o en la República Dominicana donde esté ahora mismo escondido el rey Juan Carlos I, cosa que conocen perfectamente este Felipe VI que por fin ha regresado a La Zarzuela tras su contagioso periplo por provincias acompañado por Leticia, y un Pedro Sánchez, que, de nuevo, se convierte en cómplice del hijo del principal delincuente del Reino de España.
Es decir, España sigue sin saber dónde reside el rey anterior, casi 48 horas después de enterarse de que su emérito saldría de España, aunque ya había salido.
Una vergüenza mundial e histórica difícilmente superable por ningún Estado bananero, sea cual sea la forma de su cima.
Presidente, una vez más te digo: Felipe VI está blindado, y tú no, por esta Constitución aprobada bajo amenaza y engaño masivo que te tiene atrapado por tus propias palabras, de tanto como la defiendes y ante la que no te atreves a trazar la menor estrategia que te permita cambiarla, aunque exista y sea muy fácil diseñarla. Solo hace falta la valentía que tuviste cuando decidiste recuperar el liderazgo del PSOE, que no hace tanto tiempo.
Y mientras no te atrevas a expulsar al despreciable que hoy ocupa La Zarzuela, al que tanto te obstinas en salvar su futuro porque sabes que te tiene cogido por los huevos, disculpa la dolorosa metáfora, al menos “desde hace un año” según el siempre bien informado Zarzalejos, debes saber que será él quien te terminará destruyendo a ti.
Aprende, Pedro, de los “comunistas”, a quienes el otro día defendías contra los monárquico-fascistas de Abascal, cuando se aliaron hasta “con el diablo”, que dijo Carrillo en 1970, más o menos, para acabar con la dictadura sin darse cuenta que también se suicidaban. Pero sin cometer los mismos errores, qué tontos que fuimos cuando aquel gesto innecesario de aceptar la bandera y la monarquía mientras los amigos del también despreciable Juan Carlos I montaban asonadas para ayudarle a acabar con un Suárez al que ya no soportaba porque le empezaba a hablar de tú. “Qué se habría creído este Adolfo, yo, que había jurado los Principios Fundamentales del Movimiento y, por tanto, solo yo podía cometer el perjurio que me pareciera conveniente”, debió pensar el hoy huido.
¿Qué te hace pensar que Felipe VI, como buen Borbón, como todo Borbón, no está haciendo lo mismo contigo, si ya supo acabar con Rajoy por nueve minutos de pantalla un tres de octubre?
Felipe VI será quien te destruya, pues en su mano envenenada tiene el botón que puede apretar para acabar contigo, digan lo que digan las urnas, que muchos son los recursos y las tácticas de que disponen quienes se sienten superiores y protegidos por asesinos ocultos que, a un simple gesto del rey, nunca les temblará la mano si tienen que disparar contra el pueblo.
Felipe VI será quien te destruya, pues en su mano envenenada tiene el botón que puede apretar para acabar contigo
Ya te ha destrozado un poco más, Pedro Sánchez, como lo viene haciendo “desde hace un año”, te repito, cuando te implicó en la protección del delincuente Juan Carlos I haciéndote conocedor de sus delitos y te desestabilizó, hasta quitarte el sueño, durante las negociaciones para formar gobierno a partir de las urnas del 28 de abril, quien las pillara de nuevo.
Porque la otra noticia que también conocimos ayer y que demuestra que ya eres un simple monigote del rey, es lo que declaró en La SER la ministra de Igualdad, Irene Montero: resulta que no habías informado a todo el gobierno que diriges de la movida para alejar a Juan Carlos I de la justicia, diga lo que diga en un papel su abogado, que no será precisamente su cliente el primer acusado que renuncie a decir mentiras para defenderse.
Pedro, ¿acaso te crees tú también un rey, que informa a sus ministros solo de lo que le interesa, mientras la muñidora Calvo dice que todo el gobierno es igualmente responsable de lo que hace el presidente?
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, este es el momento en el que vuestro gobierno de legítima coalición progresista debe pedirle al pueblo permiso para iniciar la reforma de la Constitución sin mayor detalle ni limitación, tal como hizo Adolfo Suárez en 1976 con su referéndum, tan olvidado, de la Reforma Política, pero que fue la llave que sirvió para abril aquella cárcel.
Contáis con mayoría suficiente en el Congreso porque vivimos un momento histórico en el que hasta el independentista Torra está pidiendo una república en España, cuando a él lo que le conviene es que nos pudramos con la monarquía.
Si no dais este paso liberador, terminaréis convertidos en nuestros nuevos carceleros.