La actividad se practica en una galerías de unos 200 metros cuadrados, en los que según cuenta la leyenda fueron construidas en la zona más oscura de la fortaleza en pleno siglo XIX bajo el imperio de Isabel Segunda para trasladar a los desertores de cualquier parte del reino que eran condenador a muerte por su traición. La galería era su último espacio donde depurar sus pecados.
Así, se trata del lugar más apropiado para esta prueba de alta adrenalina en la que no importa la edad ya que se adapta a cualquier tipo de perfil de usuario.
El circuito se estrenó el pasado uno de julio con todas las medidas sanitarias pertinentes y se podrá participar durante todo el año como actividad complementaria dentro de la visitas a este rincón tan emblemático del Port de Maó a partir de 20 euros por persona.
