El árbol esta enclavado entre bancales ancestrales de piedra seca y su fabulosa estampa emerge en un paraje único, el Vale de Sóller, donde se cultiva el olivo desde que fuera introducido por Fenicios y Griegos.
El municipio de Fornalutx, situado en el norte de Mallorca, ha visto reconocido a uno de sus hijos más ilustres, un ser vivo que probablemente supere los 1.100 años de vida, un olivo fenomenal de la variedad autóctona Empeltre Mallorquina, que ha sido elegido por el jurado de expertos de AEMO como el Mejor Olivo Monumental de España 2020.
Aferrado a la tierra por una peana espectacular que extiende sus leñosas raíces ancestrales en una gran superficie, emerge su tronco único, de más de 6,5 metros de perímetro, el cual dibuja una excelsa figura de gran volumen y de trazos imposibles. Tronco poblado de gruesas yemas que se alternan con bellas cavidades negras que solo se explican por la evolución de esta planta a través de los siglos.
Los olivos ancestrales siempre encierran el misterio de como un ser vivo se atreve a retar a la eternidad, de como una planta, por donde discurre la savia viva siglo tras siglo, es capaz de sobrevivir a unas y otras civilizaciones.
Probablemente el olivo de Can Det fue plantado por los musulmanes, allá por el siglo IX, y fuera testigo directo de la reconquista de la isla por las tropas cristianas en el siglo XIII. Seguramente también el olivo de Can Det vio discurrir por sus bancales a las gentes del emergente Reino de Aragón en su plenitud y, ya en el siglo XX, también este árbol consiguió sobrevivir a la crisis del olivar en Mallorca donde muchos de sus hermanos fueron arrancados. Y ya hoy, en pleno siglo XXI, el olivo sigue aportando cosecha gracias al cuidado y mimo de sus propietarios, la familia Deyà Canals, que moltura sus frescas aceitunas en el último molino de prensa de la Isla, el Molino de Can Det.
La cordillera montañosa Serra de Tramuntana, donde vegeta nuestro ejemplar, ha sido declarada recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en su categoría de Paisaje Cultural, y más concretamente el Vale de Sóller, hábitat del Olivo de Can Det, se compone de impresionantes bancales de piedra seca donde nuestro protagonista esta escoltado por otros fabulosos ejemplares de parecido tamaño.
El jurado de AEMO ha sido dirigido por la doctora Angjelina Belaj, prestigiosa investigadora genetista que dirige el Banco Mundial de Germoplasma de olivos del IFAPA de Córdoba, reserva genética donde vegetan más de 1.000 entradas procedentes de todo el Arco Mediterráneo.