Tras él, ha declarado su hijo, y padre de la víctima, que ha asegurado que, tras la confesión del acusado, veía reparado el daño. Así, ha dicho que su situación era muy complicada: "Si actuaba de una manera era un mal hijo y si lo hacía de otra era un mal padre".
En este sentido, ha señalado que no quería ser un "mal hijo" pero no podía "desatender las obligaciones que tiene como padre". Así, ha admitido que no tenía interés alguno en que fuera a la cárcel.
Ante esto, las partes han llegado a un acuerdo de conformidad por lo que la Fiscalía, que inicialmente pedía cinco años de cárcel, ha rebajado su petición de pena a dos años de cárcel.
Según el relato del escrito de acusación, y tal como ha admitido el hombre en el juicio, los hechos se remontan a febrero de 2018, cuando la nieta acudió a la casa de su abuelo para pasar el fin de semana, ya que algunos sábados dormía en el domicilio.
Así, tras pedirle que se acercara para darle un abrazo, el hombre le realizó tocamientos a la nieta, intentando llegar a la zona genital pero sin conseguirlo, pues esta logró zafarse rápidamente y llamar a su padre. Como consecuencia de los hechos, la menor ha necesitado atención psicológica.
Para emitir su petición de pena final en el juicio, el Ministerio Fiscal ha apreciado, asimismo, una atenuante por la "reparación del daño". La Fiscalía también incluye en su petición una prohibición de comunicación con la víctima y de acercamiento a menos de 100 metros durante cinco años, una pena de libertad vigilada de cuatro años y la obligación de acudir a programas formativos de educación sexual.
La defensa no se ha opuesto y debido a que la familia ha dado por buena la confesión y la reparación del daño, se ha llegado al acuerdo entre las partes y, posteriormente, se ha planteado la suspensión de la pena de cárcel, aunque esta no se ha resuelto.
Inicialmente, la Fiscalía pedía cinco años de cárcel, una orden de alejamiento de diez años, una medida libertad vigilada durante cuatro años y la obligación de acudir a programas formativos.