La publicación en los medios, hace escasos días, de la proyección de una planta de hormigón en la zona disparó todas las alarmas. Son Güells es, hasta el momento, un barrio residencial donde se instalan familias relativamente jóvenes, muchas de ellas con hijos de corta edad.
Sus calles anchas y zonas ajardinadas, además de la presencia cercana de servicios como un supermercado, hacen muy atractiva la zona para establecerse. Bien conectado con la vía de cintura y con una residencia de ancianos y un centro de día cercanos, en Son Güells se concentra un elevado porcentaje de colectivos vulnerables si se contempla la presencia de niños y ancianos. Además, el colegio Sant Josep Obrer también se halla muy próximo a la zona.
Así pues, la posible presencia de una planta de hormigón que puede producir hasta 1.280 toneladas en un día, expone seriamente a todos aquellos que vivan o pasen muchas horas diarias cerca de la factoría.
Los vecinos de Son Güells se han convocado para el viernes tener una primera toma de contacto y organizarse. Quieren mostrar su postura contraria a la construcción de la cementera. Además, y de manera informal, algunos vecinos han mantenido conversaciones con miembros destacados del Ajuntament de Palma, y estos les han manifestado que "no harán nada". Un hecho que les genera impotencia y a la vez les impulsa a luchar por lo que creen justo.
Al parecer, el hecho de que la zona donde pretende construirse la planta de hormigón esté calificada como suelo industrial, hace que el alcalde José Hila y los suyos no contemplen hacer nada por ahora.
Los vecinos y afectados de Son Güells entienden que la zona sea considerada industrial pero alegan que "no es lo mismo poner en zona industrial una gasolinera, o un supermercado, como ya es el caso, a pretender construir una planta de hormigón. La diferencia es abismal. No tenemos nada en contra de la empresa promotora, pero es una cuestión de salud. Y ya no propia, más bien de nuestros hijos".
De este modo, los vecinos de Son Güells están dispuestos a dejarse oír y a luchar cuanto esté en su mano para paralizar un proyecto que, entienden, debería plantearse en otros lugares "más adecuados. Y no precisamente cerca de un colegio, una residencia y cientos de viviendas".