Novedades la semana que viene, aunque después vendrán los jueces europeos que entienden de Derechos Humanos.
Tan cierto es que en la alta judicatura española reinan los tics autoritarios del franquismo, como que sus homólogos en Europa puedan estar preocupados por sentencias como la del Procés mientras avanza el neofascismo. Los poderes continentales, incluido el judicial, sí parecen ser conscientes de que tras crisis económicas como la que estalló en 2008 la democracia siempre corre peligro.
Si los jueces del TJUE sentencian a favor del futuro llamado Catalunya, es probable que a Sánchez se le dibuje una sonrisa monalisa mientras nuestros franquistas coloreados, desde los Aznares y Casados hasta los barones del PSOE que tanto desconfían de su jefe, sientan la tentación de dejar la política despacio para que no parezca una derrota. Algo parecido a lo que muchos de la época en blanco, gris y negro hicieron cuando por fin se apagó la lucecita de El Pardo.
¿Acaso alguien se atreve a afirmar que Pedro Sánchez no esté deseando que llegue Europa con su Justicia y le proporcione el argumento que necesita para colocar a unos cuantos ante la espada de cortarse las venas y la pared de “esto es Europa, amigos”?
Porque, ¿quién se atrevería hoy a jugarse ni una ronda en el bar de la esquina por lo que pueda estar pensando Sánchez en cualquier momento?
Por ejemplo, ¿alguien se ha preguntado cual podría ser la expectativa que esté alimentando tanto la paciencia de Sánchez como para no haber roto automáticamente con ERC, aunque solo fuera para un minuto de teatro, tras el órdago de los catalanes proclamando que no habrá gobierno hasta Enero?
Me atrevo a especular que Sánchez, aunque no lo confesaría ni bajo tortura, también está esperando a los tribunales europeos y, mientras dure, disfrutando de la ilusión de romper de una vez la prepotencia de un Felipe VI que ha salido triunfador contra él, igual que aquel tres de octubre se impuso a Rajoy con lo de aparecer en la tele. Esta vez, en lugar de ir a Buenos Aires a la toma de posesión del nuevo presidente, el rey ha decidido quedarse en Madrid para recibir a líderes de partidos políticos que nada tienen que decir ni hacer en La Zarzuela.
Digo lo anterior porque no tengo pruebas que sirvan para desmentir la información que, bajo el título, “Portazo del Rey a Sánchez: se niega a ir a Argentina porque quiere tomar las riendas de la situación política”, publicó el digital Voz Populi la última semana de noviembre y en torno a la cual, sospechosamente, no hemos visto a nadie con ganas de hurgar en ese ruido.
¿Ha habido autocensura sobre un asunto periodísticamente apetitoso, como lo es cualquiera en el que se investigue sobre un futurible a corto plazo que sentenciará, y que, de hecho, ha sentenciado, sobre lo cierto y lo falso de una noticia atrevida?
Porque lo que sí que ha aparecido el viernes 6 en toda la prensa ha sido una noticia distribuida por EFE que, además, parecía incluir lo que los redactores tenían que escribir en el titular: “El Rey concentra las consultas y decidirá el próximo miércoles (día 11) si propone a Sánchez”, o variantes que significaban lo mismo. Y hoy, día 11 y miércoles, José Antequera opina que el rey puede interpretar “en sentido amplio” el artículo 99 de la Constitución y titula que “Felipe VI sopesa el plan de Sánchez para formar gobierno con el apoyo de Esquerra”.
A Sánchez, tal como tiene la investidura en este momento, solo le pueden sentar como una coz en sus partes las visitas al rey de 19 políticos, algunos tan franquistas de verdad como Abascal.
Lo que este episodio deja claro es que, a este rey, los problemas de este presidente del gobierno le importan un bledo.
Pero hemos titulado Europa y nos debemos a la palabra dada: como no recordar al presidente de 1986, cuando conseguimos lo inevitable.
Nunca se me hubiera ocurrido, pero hoy, a la vista de la clase de “mucho españoles” que parecen ser Felipe González y Alfonso Guerra, me viene pensar que cuando les tocó organizar la entrada de España en Europa, tan inflados debían sentirse con su mayoría absoluta en el Congreso, aunque no lo fuera en las urnas, que con lo que en realidad soñaban era con unos nuevos Tercios de Flandes en la barriga de un Caballo de Troya disfrazado de la recién estrenada, y siempre presumida, democracia española.
Qué duda cabe que fracasaron, y así estamos. No por no conseguir su objetivo, sino por imaginarlo
Estoy terminando y me sigo preguntando muchas cosas:
¿Por qué dije “pájaros” si quería decir paradojas?
Porque, si no es volando, no creo que Sánchez pueda hacer suya La Moncloa.
¿Y por qué pensé en “coronar” si quería decir investir?
Porque quien figura como rey está “muerto”. Se comenzó a suicidar el 3 de octubre de 2017 y de esa ronda no será él quien sobreviva. Catalunya es mucho más de lo que le puede caber en toda la cabeza.
Y ante un posible escenario de sentencias europeas que le rebajen los humos al españolismo, nos preguntamos sobre lo que harán o dejarán de hacer los independentistas catalanes:
¿Seguirán con su estrategia, si existe, o se aliarán con los vascos para intentar la conquista del resto del Estado?
No sería la primera vez que David venciera a Goliat, pero esta pregunta no tiene respuesta.
Última hora: Voz Populi sí que vuelve a la carga y esta mañana titula que “Sánchez fuerza al rey a tener que encargarle a ciegas formar gobierno”. Ante una afirmación tan tajante, no condicional como quizás procedería, solo se me ocurre decir que vivimos una época del periodismo en la que opinión e información se mezclan a conciencia para poner en circulación fakes de las de andar por casa. Así, muchas de las cosas que se venden como ciertas parece que solo podrían salir de un chip de lectura de neuronas en tiempo real, instalado a traición en los cerebros de los personajes decisivos.