A pesar de ello, he podido observar las múltiples reacciones que ha generado la dimisión de Albert Rivera al frente de Ciudadanos. Hay críticas, hay alabanzas, hay estupefacción, hay alegría, hay insultos... Hay de todo un poco.
De sus palabras, de las de Rivera, me quedo con aquello que dijo de que "un sillón no ha de ser nunca una nómina". De su dimisión deberían aprender muchos políticos. Pero esa es una de las dos caras de la misma moneda, la otra, es todo aquello que no dijo Rivera el día de su marcha.
Voy a ser muy claro y conciso: a Ciudadanos le ha pasado lo que le ha pasado por la única culpa de Albert Rivera. Ciudadanos ha muerto por un niño caprichoso, prepotente, mal criado... que ha dejado a mucha gente válida en la cuneta.
Los españoles, al fin y al cabo, también sabemos hacer pasar factura.