De un modo u otro, resulta más que indudable que el exceso de información que recibimos hoy en día satura en muchas ocasiones nuestra capacidad de reflexión. Hablamos de un hecho que ya resulta incuestionable, y que afecta a todo el mundo, sin importar la edad o el sexo. Sin embargo, muchas veces olvidamos que esta avalancha de información a la que hacemos frente cada día no solo está perjudicando nuestra capacidad de reflexión o de atención, sino también a nuestra propia memoria.
A lo largo de los últimos meses he sido testigo de numerosos olvidos de parte de algunos familiares y amigos míos. Historias que me son repetidas una y otra vez, citas que se proponen indefinidamente y que jamás se llegan a producir, olvidos de cosas vistas y oídas días atrás…De hecho, algo similar me ha sucedido también en mi entorno laboral. En apenas unos meses, ya han sido varios los entrevistados que no recuerdan el día o la hora de la cita, o que ni siquiera recordaban que tenían una cita pendiente conmigo. En este caso, hablamos además de gente joven, o relativamente joven, lo que hace que me muestre cada vez más preocupado ante este tema.
Lo peor de todo este asunto es que muchas veces me veo como el raro de toda esta película. Es decir, constantemente veo como mucha gente de mi entorno no recuerda determinados asuntos, mientras que a mí me ven como el friki que recuerda esto o lo otro. De hecho, en la universidad eran muchos los amigos que recurrían a mí para saber cuándo se entregaba un determinado trabajo, o para averiguar la fecha del último examen previsto, porque ellos ya ni siquiera se acordaban. Al mismo tiempo, con mi familia sucede algo muy similar. Siempre que se recuerda una determinada anécdota familiar, es mi cerebro el que hace el flashback más certero y profundo sobre aquel hecho pasado. Y al final todos ellos, familiares y amigos, se sorprenden y a veces me miran como si viniera del pasado. Como si el raro fuera yo, por tener un mínimo de memoria.
De hecho, el ejemplo más claro de esta memoria tan cortoplacista que pervive en la actualidad la podemos encontrar en los medios de comunicación, y especialmente en el periodismo deportivo. En la actualidad, cada vez que el Real Madrid o el Barcelona encadenan dos partidos sin ganar, o simplemente pierden un solo partido (aunque lleven semanas ganando), enseguida toda la prensa deportiva ya empieza a hablar de crisis. Da igual que ese equipo lleve semanas ganando, lo único que importa es que ahora ha perdido. Al parecer, gran parte del periodismo deportivo aún sigue viendo normal que el Real Madrid haya ganado 4 Copas de Europa en tan solo 5 años, de igual modo que también encuentran de lo más lógico que el Barcelona haya ganado 8 Ligas en tan solo una década. Da igual que ambos equipos hayan obtenido un gran número de títulos en los últimos años, lo único que vale es el aquí y ahora, de ahí que los periodistas deportivos sean tan exigentes con determinados equipos que ellos ven como a máquinas de ganar.
Antes de acabar, creo que es preciso añadir un par de detalles más respecto a este creciente proceso de desmemoria que padece nuestra sociedad. A lo largo de los últimos años, numerosos estudios han asegurado que Internet mejora nuestra memoria a corto plazo (una memoria que dura poco tiempo y que recuerda un número limitado de conceptos), al mismo tiempo que nuestra memoria a largo plazo se ve disminuida de forma alarmante. Mientras tanto, hace tan solo unos días se confirmó que los adolescentes ya pasan más horas en Internet que dando clases. Luego nos extraña de que la gente ya no se acuerde de lo que hizo hace dos días…