Perdidas multimillonarias para empresas hoteleras que, dicho sea de paso, antepusieron su afán de llenar los hoteles a su responsabilidad como empresarios para ver con quien llenaban y quien les llenaba y hoy sufren las consecuencias de su avaricia desmedida y lloran por los rincones ante la previsible fatalidad de que este año no puedan cambiar su Mercedes último modelo.
Otra de las consecuencias de esta “fallida” serán los costes en puestos de trabajo. Hoy leía que unos 3.500 empleos se perderán solo en Baleares, quizás será la parte más dolorosa de está operación fallida que, todos sabían que iba a pasar pero que nadie hizo nada y que les está rompiendo todos los esquemas al gobierno, empresarios, sindicatos, transportistas y hasta a la patrulla canina.
Pero hasta aquí nada nuevo, nada que no se haya contado y recontado ya. Ahora les voy a contar lo que todos callan como verdaderos hombres que se suben por las ramas (léase rameros) y que no se atreven a contar por las terribles consecuencias que para la economía española supondrá el hundimiento de este extraño soufflé Alaska.
Son muchos los expertos internacionales que nos están advirtiendo de que estamos haciendo una lectura y valoración errónea de las consecuencias del pepinazo de Thomas Cook, ya que nos estamos centrando en buscar soluciones de impacto inmediato. Grosso error según estos expertos porque las verdaderas consecuencias las sufriremos a medio y largo plazo y nadie habla de ello.
Desde ámbitos dedicados a la observancia de la salud mental alertan sobre las consecuencias psicológicas que este grave hecho puede provocar. Thomas Cook nos conduce, de forma irremediable, hacia un proceso ansioso-depresivo que afectará, no solo a los afectados directos, si no, en mayor número, a los indirectos. Es decir, familiares, amigos y círculos próximos a los afectados directos. Estos mismos gurús que se dedican a curar las locuras humanas, están intentando hacer ver al gobierno que el incremento previsto de Thomas Cook depresivos va aumentar el consumo de ansiolíticos y antidepresivos de forma que impactará muy negativamente en las cuentas (maltrechas cuentas) de la seguridad social, hasta puntos tan graves de poner el sistema al filo del colapso.
Pero, advierten psiquiatras y psicólogos, esta consecuencia no es la más preocupante. De todos es conocido que los efectos secundarios mas habituales de los tratamientos con ansiolíticos y antidepresivos es la perdida de la livido de aquellos que los toman. Está científicamente comprobado como a los pocos días de iniciar el tratamiento con estos fármacos, las ganas de contactos carnales se disipan de forma inmediata convirtiendo a sus consumidores en autenticos a-sexuales. No hay cosa peor en el mundo que ser un depresivo que fornique poco.
Y si no hay fornicación no ha reproducción. Y si no hay nacimientos no habrá, a medio y largo plazo, trabajadores que coticen a la seguridad social. Y si no hay cotizantes a la seguridad social, el sistema no será sostenible y petará como ha petado el causante de todo este lio, Thomas Cook. Y si la seguridad social no tiene dinero no habrá pensiones para los que hoy sufrimos la catástrofe del Tour Operador.
Todo este lio que queremos arreglar hoy con bonificaciones, ayudas y rescates no es nada comparado con el follón que tendremos en nuestro país a la vuelta de unos cuantos años. Baleares será una CCAA cuya población mayoritaria seremos jubilados amargados, porque además de haber follado poco no tendremos hijos que nos aguanten y tampoco vamos a tener pensión.
Luego que nadie diga que no lo he avisado.
