Susana Hernández, colaboradora de Canal4 y guionista, recrea desde la ficción la vuelta a la oficina de José Hila.
El alcalde de Palma, José Hila, vuelve al Ayuntamiento de la ciudad tras disfrutar de sus vacaciones en compañía de su familia.
Hila parece contento. Su gran bronceado y esos kilitos de más fruto de las copiosas comidas dan buena fe de ello.
Al entrar en el edificio consistorial saluda alegremente a cada empleado que se encuentra, pero algo cambia llegado el turno de su secretaria.
HILA
(Alegremente)
¡Buenos días, Marta! ¿Todo bien por aquí?
MARTA:
(Furiosa y visiblemente agobiada)
¿¿¿Buenos días??? ¿¿¿Dónde coño estaba???
HILA:
(Su expresión cambia de inmediato, asustado)
Pu-pues de vaca-vacaciones…
MARTA:
¿¿¿Con la que tenemos encima???
La secretaria señala todas las pilas de documentos que se amontonan sobre su mesa hasta casi desbordarla. A medida que habla, le va entregando algunos a Hila.
MARTA
Para empezar, está el tema de la circulación, ¡la Vía Cintura ha sido un caos todo el verano! Y ni hablemos del tema de la limpieza de basuras en Palma, que es un desastre total. ¡¿Sabe cada día la cantidad de llamadas que recibo sobre esto?! Por no mencionar que la comisaría de la Playa de Palma ha tenido que cerrar por falta de policías, ¡y lo mismo ha pasado con los bomberos! ¡¿Qué hacemos si hay un incendio o un accidente?! Además…
HILA
(Se apresura a interrumpirla antes de que pueda darle más papeles, ya con las manos llenas de folios que le llegan hasta la altura de los ojos)
A ver, Marta, tranquilízate.
Hila deja todos los papeles de nuevo en la mesa de su secretaria, la coge por los brazos y la obliga a sentarse, con calma.
HILA
Ya estoy de vuelta, ¿vale? ¡Ya me ocuparé de todo esto!
MARTA
(Al borde de un ataque, desesperada)
¡¡¡Eso es lo que dijo antes de irse de vacaciones!!! ¡¡¡Palma necesita un cambio urgente!!!
HILA
(En tono complaciente)
Está bien, te diré lo que haremos. ¿Por qué no llamas a Noguera y a Jarabo, y conciertas una reunión entre los tres para esta tarde?
La secretaria asiente en silencio, algo más tranquila. Hila sonríe, le da una palmadita en la espalda y va a su despacho, donde pasa el resto de la mañana relajándose frente al ordenador.
El teniente de alcalde de Cultura y Bienestar Social, Antoni Noguera, y el teniente de alcalde de Participación Ciudadana, Alberto Jarabo, llegan al despacho de José Hila esa misma tarde.
Ambos visten de manera informal y muestran un aspecto totalmente sosegado.
HILA
(Allanando el terreno)
Buenas tardes, chicos, ¿todo bien? ¿Qué tal el día?
JARABO
(Cortante, recordando el episodio de la otra noche en el que Hila se presentó en su casa de madrugada para hablar sobre el cementerio de Palma)
Corta el rollo, Jose, ¿qué quieres?
HILA
Pues… veréis…
(Buscando las palabras)
NOGUERA
Siempre igual, ¿quieres soltarlo ya?
HILA
(Suspira)
Pues que acabo de llegar de vacaciones y me he encontrado con montañas y montañas de documentos, ¡y cada uno de ellos representa un problema diferente!
(Apresurándose a aclararse)
No os estoy echando la culpa de nada, no me malinterpretéis… ¿pero podéis poderme al día de todo lo que ha pasado en mi ausencia?
NOGUERA
Pero si yo acabo de volver de estar en un campamento con los escoltes en Platges de Muro, ¿a mí qué me cuentas?
JARABO
(Sorprendido)
Anda, ¿tú también estabas de vacaciones, Toni?
NOGUERA
Sí, ¿tú también?
JARABO
Claro, me tocaba la última quincena de agosto.
HILA
¿Pero esa no era la mía?
NOGUERA
No, ¡era la mía!
HILA
¿Pero entonces quién se ha quedado en Palma?
Los tres permanecen varios segundos en silencio.
NOGUERA
(Aventurándose)
¿Angélica Pastor?
Pronto todos le dan la razón, aliviados de que por lo menos alguien haya permanecido al cuidado de la ciudad y trabajando.
HILA
(Ya más relajado)
Bueno, pero sigo teniendo a mi secretaria echando chispas porque la gente no deja de llamarla para quejarse. ¿Qué hago con eso?
JARABO
Yo que sé, cómprale una caja de bombones o algo así.
NOGUERA
(Niega)
No, eso no funcionará, te lo digo por experiencia. En cuanto se terminen los bombones, volverá a darte la lata.
Se forma un nuevo silencio entre los políticos. Ni Noguera ni Jarabo quieren dedicar tiempo a pensar cómo resolver los problemas de Hila, y éste es incapaz de encontrar una solución por sí mismo.
De repente, el rostro de José Hila se ilumina.
HILA
(Emocionado)
¡Lo tengo! El problema es que yo he estado de vacaciones mientras ella ha tenido que quedarse aquí, ¿verdad? ¡Pues le daré unos cuántos días libres a ella también!
NOGUERA
¿Y qué haya aún menos personal?
JARABO
(Dándole una pequeña patada para que se calle)
Eso es, Jose, me parece una idea estupenda.
Hila sonríe complacido, orgulloso de haber tenido una idea tan brillante.
Acto seguido, coge la pila de documentos, aquella que intentó dejar en la mesa de su secretaria pero que ésta no tardó en volver a llevarle; y los aparta hasta una pequeña esquina del despacho, justo debajo del perchero, entre un montón de cajas con mil papeles más y los deja allí arrinconados.
HILA
¿Qué? ¿Os apetece ir a tomar algo?
JARABO Y NOGUERA
(Se miran)
Sí, por qué no.
Los tres hombres salen del despacho, de la forma más relajada posible y apagando tras ellos la luz. Dejando todos los documentos, y los problemas de Palma, sumidos en la oscuridad.
