El proyecto es un edificio totalmente nuevo de 800 metros cuadrados distribuidos en tres plantas, dos de ellas subterráneas. Allí se producirá el vino blanco y el rosado, ya que requieren más control climático y lumínico. Esto permitirá que la producción de Bodega Ribas aumente un 20%, y podrían llegar a salir unas 200.000 botellas, siguiendo el método de producción tradicional.
"Este nuevo edifico ayudará a la bodega a elaborar el vino de una manera más sostenible, más eficaz y, por lo tanto, se ofrecerá un producto de mayor calidad" han afirmado desde Bodega Ribas. El vino tinto seguirá produciéndose en la bodega original, una posesión que data del siglo XVIII.
Según han explicado los arquitectos, la nueva construcción se planteó desde el principio respetando el espacio histórico y agrícola, toda la "realidad existente". Así, no ha sido necesario talar ni uno solo de los cipreses que rodean el edificio. Se trata de una nave diáfana con una cubierta de dos aguas.
El reto, han especificado Clara Moneo y Valerio Canal, fue proyectar el edificio "según las características del entorno y las necesidades de la bodega y la producción de vino". La apariencia exterior de la construcción se asemeja a los ya existentes ya que se ha alzado a partir del sistema de mampostería.
Mientras, el interior sorprende por su aspecto futurista, conseguido gracias a una arquitectura realizada en hormigón blanco vestido combinado con madera y azulejos de diferentes tonalidades, apostando claramente por aunar en un mismo espacio tradición y contemporaneidad.