Es sabido por aquellos que seguimos los detalles de la política y algunos de sus nombres propios que Iván Redondo, el spin doctor de Pedro Sánchez, analiza la política como si de ajedrez se tratase. Y la verdad que el nivel de cálculo al que está sometiendo a la política española es muy elevado y exponencialmente riesgoso. Algo a lo que tradicionalmente no estamos acostumbrados en este país muy aferrado a su refranero popular y que suele preferir “pájaro en mano que cientos volando”, sin embargo, la política siempre ha sido decidir, y decidir es tomar riesgos, algo que a los ciudadanos nos sienta mal, pues sentimos que juegan con nuestra vida. En esta ocasión los riesgos tomados han desafiado la propia lógica del poder por el poder frente a la promesa de un poder pragmático y funcional. “Elegir una cosa es renunciar a todo lo demás” sentenciaba Jorge Luis Borges.
123 escaños eran un gran resultado, una gran remontada del PSOE. Remontada orquestada gracias al voto del miedo producido por el lobo feroz de Vox. Pero hay que recordar por qué se convocaron elecciones. Y esto es por el atasco presupuestario que no supieron solucionar los socios de la moción de censura. Esto nos debería cantar que iba a ser improbable que los mismos dibujaran un gobierno en coalición y con apoyos. Los 124 escaños iban a ser insuficientes a no ser que se produjera la misma alianza de la moción de censura que tan fácil argumentario permitía a la derecha para desgastar al PSOE.
El Cuento de Pedro y el lobo había funcionado pero necesitaban una segunda parte. Una segunda parte que además se activara sola en el imaginario colectivo. Como las segundas partes de las películas –nunca fueron buenas-‐ pues la gente podía imaginar el relato sin ver el tráiler.
Articular tal plan exigía agotar una investidura y no abrir una segunda, aquello tenía que terminar en drama griego para todos los actores, incluido –aunque sólo de manera fingida-‐ para el “fracasado” Presidente. En Ajedrez para ganar una posición de dominio en el tablero, hay que ganar el centro, y en ocasiones ello obliga a una sacrificio de piezas en pos de ocupar el espacio que te va a dar más salidas. En los laterales las posibilidades se limitan (esto se ve que no lo sabe el pseudo centrista de Rivera). Pedro ha jugado al auto sacrificio, pero esto no bastaba, una vez ocupadas las casillas necesitaba unas tablas, un empate técnico que obliguen a una nueva partida, esto se produce en ajedrez cuando el rey queda ahogado, es decir, cuando el Rey no puede moverse sin ponerse en jaque. Mueven blancas y el rey no puede ir a ninguna casilla, en todas sería capturado, esto es un rey ahogado, el jake mate no ha llegado por imposibilidad de la artillería enemiga, y las normas de caballerosidad obligan a una nueva partida.
Podemos estaba seguro de su cálculo. Ésta gente (el PSOE) si quieren gobernar nos necesitan, no les queda otra, y por más duros que se pongan tendrán que aflojar. No jugaban al mismo juego. Podemos estaba planteando una negociación en términos sindicales, obreros frente a la patronal. Se equivocaban. Mi intuición me decía que frente a un peso pesado de 140 años no se especula, se coge lo que te dan y sales corriendo con ello en la mano. Tampoco me cuadraba que aceptaran gobernar junto a un partido firmante del 155 y reconocedor de Guaidó pero dijeron estar dispuestos a renunciar a una línea política hasta ahora característica en ellos. Estaban cayendo en la red de la tela de araña cual mosca golosa. Podemos no sabía que el PSOE jugaba al ajedrez de verdad. Si hubiera sido así, si hubieran calculado bien, deberían haberle dado la investidura gratuita a Sánchez, tal y como hizo Valls con Ada Colau. No se que réplica le hubiera quedado al PSOE. Podemos los hubiera esperado tras la curva presupuestaría y los hubiera vuelto a sentar como hicieron anteriormente para ahora sí, cual negociación sindical arrancar les demandas sociales a la patronal. Pero tal jugada no se puede ver hasta que le tienden la trampa a Pablo, ofreciéndole unas falsas competencias de políticas activas de empleo, para luego mandar a Adriana Lastra a pintarle la cara delante de todo el hemiciclo. Evidentemente tras ello, queda claro que no quieres nada de Podemos, vas a ridiculizarlos, a destruirlos. Mientras inocentes e idealistas podemitas dándoles gobiernos en las autonomías al PSOE. Pensaban que tales coaliciones los haría más que socios, los harían matrimonio. El Rey ahogado no permite una segunda vuelta en septiembre corre al arbitro a pedir tablas y exigir la revancha.
En el cuento infantil a Pedro le funcionó hasta tres veces el falso anuncio de “que viene el lobo”. Parece imposible que no funcione al menos una segunda vez, o quién está dispuesto a criar a sus hijas sin ley de Violencia de Género, o que mujer esta dispuesta –excepto las que comen de ello-‐ de vivir desprotegidas y que hombre libre quiere retroceder 40 años atrás.