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La verdadera muerte del bipartidismo se acerca

Tras cinco años de inestabilidad política, comienza un nuevo ciclo político…aparentemente más estable.

Mayo de 2014. Empieza el principio del fin del bipartidismo. Por primera vez en la historia de la democracia española, PP Y PSOE no llegan ni a la mitad de los votos en las elecciones europeas. Asimismo, el rey Juan Carlos I abdica del trono en el momento más crítico de la monarquía española tras casi cuarenta años de reinado. Desde ese momento, frases como “el bipartidismo se desploma” o “empieza una segunda Transición” son cada vez más frecuentes. Tanto es así, que justo un año después, populares y socialistas pierden toda esperanza de gobernar con mayoría absoluta, tras los resultados cosechados por ambos en las elecciones municipales y autonómicas. La entrada de Podemos y Ciudadanos empieza a reconfigurar el mapa político español, que transmuta de un bipartidismo sólido e inmutable a otro mucho más inestable, un tetrapartidismo que amplía aún más la lucha por el centro político en España, ese espacio tan valorado por una ciudadanía que siempre se ha mostrado temerosa de cualquier tipo de extremismo (algo en gran parte entendible, si tenemos en cuenta el rol fundamental que tuvo el franquismo durante varias décadas en nuestro país).

La primera fase del tetrapartidismo fue una gran muestra de algunos de los defectos que arrastra nuestro país desde hace siglos. La lucha cainita en la izquierda, la tolerancia con la corrupción generalizada o el sectarismo y la falta de escrúpulos a la hora de defender determinadas posturas políticas han provocado en estos últimos años muchas más luchas por el poder, que leyes provechosas y productivas para la ciudadanía. Primero fue la defenestración de Sánchez de parte de su propio partido, luego la lucha de egos entre Iglesias y Errejón y finalmente la estampida de numerosos dirigentes de Ciudadanos tras la derechización del partido de Rivera. Del mismo modo, durante todos estos años el PP tampoco ha faltado a su cita de luchas internas en su propio partido. Tan solo basta con recordar a Sáenz de Santamaría y Cospedal o a la ruptura definitiva entre los aznaristas y los marianistas, las dos grandes familias políticas del Partido Popular. De hecho, la falta de política REAL en estos últimos años ha sido tal, que hemos sido también testigos de la vuelta de la ultraderecha después de 40 años desaparecida en nuestro país, lo que provocó que el tetrapartidismo se transformarse en un pentapartidismo aún más complejo e imperfecto.

Sin embargo, parece que este ciclo político tan convulso e intenso podría llegar a su fin el próximo jueves 25 de julio. La renuncia de Pablo Iglesias a ocupar un puesto en el nuevo Consejo de Ministros, sumado al temor que existe en determinados sectores de la izquierda a unas nuevas elecciones que podrían desmovilizar el voto progresista y agrupar el voto de la derecha, ha provocado que el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos esté mucho más cerca en estos últimos días. Por lo tanto, salvo catástrofe de última hora, por primera vez desde la II República, la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia podría estar en el Consejo de Ministros. Asimismo, sería la primera vez en estos 40 años de democracia en España que se forma un gobierno de coalición, lo que se antepone como una oportunidad histórica para cerrar uno de los periodos más inestables de la joven democracia española.

Mientras tanto, aún existen dudas acerca del papel que podrían interpretar PP y Ciudadanos en la próxima legislatura. No hay duda de que la creciente influencia de VOX en el discurso de ambos partidos ha sido más que notoria a lo largo de estos últimos meses, aunque también ha resultado más que evidente que esa derechización de populares y naranjas no ha gustado a gran parte de su electorado. De hecho, tan solo basta con comparar los resultados del PP en las últimas elecciones municipales y autonómicas respecto a los del 28-A, donde se pudo vislumbrar como una parte del electorado conservador premió el “pequeño” viraje al centro del partido de Génova. Por tanto, si todo se cumple según lo previsto, nos encaminamos a una legislatura en la que la derecha intentará reconstruirse y perfeccionar su discurso contra Sánchez, al mismo tiempo que PSOE y Unidas Podemos lucharán por hacerse con el relato de cada una de las mejoras que intente implementar el nuevo Gobierno. Mejoras que deben de estar dirigidas al aumento del salario mínimo, a la derogación total o parcial de la reforma laboral, a la lucha contra la corrupción, a la construcción de una ley educativa de amplio consenso o a la implementación de medidas que luchen contra el cambio climático. Todo esto demuestra que aunque nos encontremos en un fin de ciclo de nuestra democracia, la política española seguirá siendo tan entretenida como una buena serie de HBO.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 ,

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