Un resultado que le afianza como el rey de la tierra batida y que le convierte en el tenista con más títulos en un mismo evento individual de 'Grand Slam'.
El balear, que levanta por duodécima vez la 'Copa de los Mosqueteros' (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018 y 2019), alcanza los 18 'grandes' y se queda a solo dos del suizo Roger Federer, al que apabulló el viernes en semifinales y que lidera la clasificación histórica con 20 trofeos.
Además, con su 59º 'entorchado' sobre la arcilla roja deja atrás a la australiana Margaret Court, con la que empataba en número de títulos de un mismo 'Grand Slam' a nivel individual, después de que la extenista ganase en once ocasiones el Abierto de Australia.
En el último duelo sin cubierta en la Philippe Chatrier, el cielo de París concedió una tregua para asistir a un nuevo hito de rey de la tierra batida. La lluvia había aplazado del viernes al sábado el duelo del austriaco ante el serbio Novak Djokovic, que se jugó a trompicones en su reanudación por la intermitencia de los chaparrones.
Sin embargo, Thiem, que el año pasado caía en la final ante el mismo rival, no acusó el cansancio acumulado y el día menos de descanso que el balear y saltó dispuesto a dar la sorpresa en la pista central y emular a su pareja, la francesa Kristina Mladenovic, que este mismo sábado se proclamaba campeona de dobles junto a la húngara Timea Babos.
De hecho, impidió que el de Manacor se marchase 3-0 por primera vez en esta edición del torneo, y no solo eso, sino que aprovechó su primera bola de 'break' del encuentro para romper el servicio del balear y poner el 3-2 en el marcador. El contratiempo obligó a la reacción del español, que respondió con un 'contrabreak' para abrir una racha de cuatro juegos ganados de manera consecutiva que permitieron adjudicarse el primer parcial en 56 minutos de juego.
La igualdad marcó el transcurso del segundo set, donde ambos se mostraron muy sólidos con su saque y solo se concedieron diez puntos al resto. Hasta seis juegos se cerraron en blanco, y el duodécimo resultaría definitivo.
Con Thiem restando, Nadal se adelantó 15-0, pero su adversario logró cuatro puntos seguidos que sellaron su quiebre. El balear perdía un set en una final de Roland Garros por primera vez desde 2014, cuando en aquella histórica final ante Djokovic consiguió reponerse de un primer parcial adverso.
Y contra las dificultades emerge el mejor Nadal; ni una duda asaltó al de Manacor, que exhibió sus mejores golpes tanto subiendo a la red como desde el fondo de la pista para poner un cómodo 4-0 ante un Thiem que solo sumó un punto en esos primeros cuatro parciales.
El centroeuropeo, que comenzaba a divisar el 'fantasma' de la final perdida ante Rafa el año pasado, empezó a fallar golpes fáciles y a mostrar una debilidad inexistente en el inicio del choque, y Nadal no titubeó. Agresivo y sin conceder un solo punto al servicio, cerró con otra rotura la manga en 24 minutos. La duodécima 'Copa de los Mosqueteros' se acercaba.
El motor seguía carburando y, aunque se vio obligado a defenderse de tres bolas de rotura de las que gozó un Thiem dispuesto a morir matando, se adelantó 3-0 y encarriló su triunfo con un quiebre en el sexto juego, con el que fraguaba, tras tres horas justa de partido, su enésima gesta sobre su superficie preferida.